«Mi Reina»

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Llegó el final tan esperado final de la séptima ronda, el vencedor fue determinado tras varios minutos de lucha. Quien se proclamó vencedor en la batalla de Rey contra Rey fue el temido Rey del Helheim, Hades.

—¡EL VENCEDOR DE LA SÉPTIMA RONDA ES... HADEEES! —anunció con euforia Heimdall—, ¡CON ESTA VICTORIA EL CONTADOR ESTÁ A FAVOR DE LOS DIOSES!

Los humanos guardaron un silencio sepulcral al escuchar el resultado y varios empezaron a sollozar por la pérdida de la Emperatriz de China, en cambio los dioses gritaron llenos de éxtasis antes el anuncio, finalmente retomaron la delantera, desde las gradas se podía ver a Zeus bailar de la emoción mientras Hermes sonreía y Ares lloraba de la emoción, por otro lado, Adamas –ahora Adamantino– tenía también una gran sonrisa, sin duda Hades nunca traiciona sus expectativas.

Y a diferencia de lo que tanto humanos como dioses esperaban, Hades no dijo nada durante unos minutos, no sonrió ni se regocijó por su victoria e incluso parecía que el dios estaba rezando por el alma de la Emperatriz de Qin. Sin embargo, eso solo era un gran malentendido y con un breve suspiro Hades abandonó la arena en silencio y descendió al Inframundo.

Sin que nadie lo notara, el rey del Helheim recolectó los restos del alma de Qin en su bidente. Al llegar a su morada empezó a reconstruir lentamente el alma de Qin y pagando un precio enorme –por desafiar las reglas del Ragnarok– creó un cuerpo para que ésta rescinda allí y la bañó en el río Estigia para volverla invulnerable.

Pero, ¿acaso le importaba el precio a pagar por tal pecado? para nada, por fin había encontrado a la compañera perfecta para pasar la eternidad. Siendo así Qin Shi Huang, un mujer bella y valiente que logró unificar a toda China, quien siempre brilló con su gran carisma y robó el mismísimo corazón de Hades con su encanto.

• • •

—Finalmente eres mía, mi reina —le susurró dulcemente al oído.

Qin solo rio en respuesta apoyándose en el firme pecho del dios griego y mirándolo a los ojos antes de responder. —Hăo, parece que olvidas algo, yo soy la Emperatriz y tú me perteneces a mí.

Ahora parecía estar completamente acostumbrada a la actitud posesiva del dios así que, en vez de pelear, solo declaraba los hechos a su manera.

—Ja, entonces, mi querida Emperatriz ¿cómo escaparás de mí? —preguntó rodeándola con sus fuertes brazos y besando su mejilla, a Hades realmente le encantaba cuando ella decía que le pertenecía, lo hacía muy feliz.

A todo esto, Qin no podía entender porqué a Hades le encantaba abrazarla por la espalda, antes no era así. Si bien la primera vez que abrió los ojos en el Inframundo él la recibió con una sonrisa y le propuso directamente matrimonio, ella todavía desconcertada lo rechazó y él solo asintió y pidió disculpas por la repentina propuesta, al día siguiente volvió a intentarlo, en verdad llegó a perder la cuenta de cuántas veces se lo propuso hasta que finalmente aceptó. Cuando peleó con él en el Ragnarok parecía una bestia que luchaba con toda su fuerza para vengar a su amado hermano, pero en contraste con su actual forma de ser, antes era un noble lobo solitario y ahora parecía un gran cachorro, le gustaba besarle el dorso de la mano y llenar su espalda de besos mientras recorría su tatuaje.

—¿Acaso eres un perro? —Hades no respondió a la burla de Qin y enterró su cara en el cuello de la contraria e inhaló su dulce aroma—. ¿Qué crees que haces?

—Hueles bien.

Hades tampoco podía entenderlo, el sentir la cálida piel de Qin bajo sus dedos y oler su dulce aroma lo hacía volverse loco, no podía evitar querer acariciar cada parte de su ser. Estaba embriagado por la dulce y seductora fragancia de Qin, cada vez que estaba cerca de ella sentía que su pecho se llenaba de emociones e increíblemente se sentía vivo. Sin duda estaba enamorado.

Disfrutando de su cercanía, Hades aflojó su a agarre y empezó deslizar una de sus manos a través de la blusa de Qin para acariciar su cintura, luego deslizándose hacia abajo tocó sus firmes muslos mientras su otra mano subía hacía los pechos de ella, Qin encontró esto divertido pues ya sabía que estaba insinuando en dios, pero no lo detuvo, en cambio apoyó su cabeza contra él, disfrutando de las provocadoras caricias, lo quisiese o no ella también había caído bajo los encantos de Hades.

Ambos con la ropa desordenada y respiraciones agitadas habían empezado su juego de seducción entre besos, mordidas y toqueteos, estaban tan centrados el uno en el otro que no se percataron de que la puerta era tocada con insistencia. Solo se detuvieron una vez que escucharon el grito ahogado de Tánatos al verlos en ese estado. En segundos Hades cubrió el cuerpo de Qin y la abrazó sobre protectoramente lanzado una mirada de advertencia a Tánatos, éste último solo pudo derramar lágrimas en silencio y salir corriendo.

Como Hades había dejado de ser diligente en su trabajo desde la llegada de Qin, solo quería pasar todo su tiempo con ella, causando dolores de cabeza a sus pobres subordinados. Qin había escuchado a los subordinados de Hades quejarse de la cantidad de trabajo que tenían que hacer en ausencia de Hades.

—¿Acaso no puedo tener tiempo a solas con mi amada? —expresó con molestia.

Qin solo rio y se apoyó en el regazo de Hades y lo tomó de la barbilla. —¿Entonces debería hacer un golpe de Estado y tomar el poder solo para mí? —como siempre no respondió a la burla y sosteniendo su mano la besó sin decir nada.

—Teniéndote a mi lado realmente no necesito un reino, solo te necesito a ti. —Qin soltó una gran carcajada, sin decir una palabra entendió a lo que se refería, puso sus brazos sobre alrededor del cuello de Hades y lo besó profundamente.

A pesar de lo que dijo Hades, el Inframundo no se podía descuidar por mucho tiempo, a comparación de los dioses que residen en ahí la cantidad de trabajo era abismal, éste también era un factor por el cual Hades se volvía sumamente apegado a pasar tiempo con Qin, tenía largos períodos de ausencia para resolver sus tareas. Anexando las tareas que le correspondían a Poseidón, su trabajo no hacía más que multiplicarse.

• • •

Después de una larga ausencia, Hades encontró a Qin mirando el cielo lejano, si bien ella no volteó supo de inmediato que se trataba de Hades y continuó observando el cielo nocturno y las "estrellas" en él.

—Son como mis ojos, ¿no? —dijo al sentir los labios de Hades en su mejilla —. Brillando en un cielo inmenso.

—Tú eres mucho más brillante que todas ellas juntas —le susurró al oído.

Entre risas y abrazos dos amantes envueltos en el mando de la noche seguirán juntos por toda la eternidad.

[FIN]

Mi Reina [S. N. V.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora