Desde alguna parte.

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Es increíble la facilidad con la que mi vida se destruyó. Solo bastaron un par de malas palabras, un portazo y una persona de mierda que se cruzó por nuestro camino. Destruyendo todos nuestros planes y sueños.

Es gracioso que aún hable de un nosotros, siendo que tu elegiste sacarme de tu vida como si solo fuera un bache en la carretera que a toda costa había que evitar. Elegiste el camino más fácil que encontraste, o tal vez sólo fue la presión del momento lo que te llevó a actuar de esa forma tan animal con la que me arrancaste de tu piel.

Tal vez la culpa fue mía, al manifestarme tan rápidamente por pensar que serías la persona más feliz que pisara la tierra, o solo eres un ser despreciable que goza con ilusionar y luego destruir las ensoñaciones que tu ayudaste a construir, actuando como el monstruo con quien elegiste pasar la vida.

No sé que te convenció, si fueron sus palabras o las acciones que constantemente nos hacia lo que te impulsó. Todas las noches que llegábamos a casa estaba la bestia esperando por nosotros, nos golpeaba y te culpaba, me culpaba, por todo lo que estaba sucediendo. Que eramos demasiado jóvenes, que no estábamos dentro de sus planes y luego de todo, se quedaba con el dinero que trabajaste todo el día para conseguir para mantenernos a su lado.

Las semanas comenzaron a pasar, la bestia cada vez nos gruñía más, nos observaba con una mezcla insana de obsesión y odio. Recuerdo el día en que se consiguió el arma para eliminarme y tenerte sólo a ti, también recuerdo como salvaste mi vida cuando expulsaste el veneno de tu ser.

Seguí viviendo a tu lado, tratando de hacerte sentir que no eras un alma solitaria y amándote incondicionalmente, aun era una cosa pequeña y tenías que mirar dos veces para notarme, llevábamos sólo tres meses juntos y a pesar de que el monstruo me aborrecía, me imaginé un futuro juntos, solos tu y yo, sin bestias que nos acechen, solo gente de buen corazón que nos quieran, esa misma gente que tu dejaste atrás para encerrarte en tu propia prisión. Yo iba a salvarte de un futuro sin salida.

Por el quinto mes la bestia me reconoció, te golpeó tan fuertemente que hasta yo lo sentí, luego de hacerte elegir entre él y yo (entre seguir prisionera o volver libremente de donde huíste por seguir a un buen mentiroso), te trato como una cualquiera escupiendote encima y luego se fue con un solo y duro portazo.

Cometí el error de pensar que al fin éramos libres, de que mis sueños se cumplirían y podríamos vivir en paz pero, me traicionaste. Me hablaste con mucha dulzura, me rogaste perdón y por una última vez te dirigiste a mi como persona.

Te sentí subir las escaleras hasta el último peldaño, y caíste desde ellas de frente, llevándome contigo, acabando con mi existencia, con mis sueños y con la persona que alguna vez pude ser y que nunca seré.

Ahora solo puedo mirar desde otro ángulo, aquella conexión que nos unía como madre-hijo de manera tan íntima, ya no existe.

Te vi, retorciendote de dolor contra el piso frío, tu rostro en una mueca agónica mientras tus ojos tristes se encontraban cerrados tratando inútilmente de contener las lágrimas que caían sin cesar, porque no sólo eran tuyas, también eran las mías. De tus labios redondos salió un grito desgarrador, porque en ese instante lo descubriste, supiste que yo ya no estaré más contigo. Ahora ya no soy parte de ti.

La sangre de un rojo oscuro empieza a escurrirse de tus pantalones manchando el piso blanco, sangre que no te pertenece. Era mía. El rojo aumenta de manera incontrolable a través de las baldosas y es ahora, que es demasiado tarde, en que te arrepientes de quitarme el derecho de un futuro, y como si fuese posible la sangre sale con mayor fuerza de tu sistema.

Aun después de que me quitaste la vida y la bestia que se hace llamar tu novio se ha calmado y te vuelve a prometer el mundo entero y vuelves a caer en sus mentiras, te sigo observando desde la distancia; analiso tus movimientos, me meto en tus pensamientos. Puedes intentar engañar al mundo y a ti misma pero, yo sé lo que sueñas por las noches, sueñas con un bebé entre tus brazos, un un pequeño niño o niña que te entregue dibujos y célebre tu día; no se si aún te importa pero me parecía a ti.

Él, la bestia por la que me cambiaste, con los años se aburrió de estar contigo, te trataba como si fueras su esclava, de aquella obsesión que algún día sintió sólo quedaba el sentimiento de posesión y aún así traía a otras chicas a casa.

Mamá, no era necesario tomarse esas pastillas, no era necesario tomar el cuchillo para desahogarse. Mamá no era necesario matarte, no debiste morir, porque no sólo acabaste contigo misma o incluso conmigo, acabaste con otro ser que se estaba formando dentro tuyo.

Sí, tienes razón, fue tu culpa. Pero el demonio que de alguna manera te empujó a hacer lo que hiciste, encontró su fin en un polvo blanco que se alimentó de sus fuerzas y poco después murió en una sucia celda.

Por si te preguntas donde estoy ahora, sólo te diré que estoy con mi hermano , sí, el mismo que tú asesinaste. Crecemos juntos, dentro de una muchacha que no se cuidó lo suficiente, pero ella nos ama con el alma y no necesita de un hombre para subsistir, es fuerte como el acero y sabe que no es nuestra culpa.

Palabras del alma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora