Prólogo

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El ambiente cálido de verano ya se mezclaba con la brisa fresca de la siguiente estación. Ya faltaba menos, las tiendas eran abastecidas por aquellos libros de texto que muchos niños aborrecían. Las playas ya no eran invadidas,  los hoteles quedaban vacíos, sin tanta demanda. Los adultos suspiraban por el fin de sus vacaciones. Mascotas, ajenos del porqué de tanto ajetreo siguen buscando la sombra de algún árbol para quedarse plácidamente dormidos. Los pájaros piaban, dando la bienvenida al otoño. Las plantas disfrutaban de los últimos rallos de sol, y yo solo pensaba en la multitud de oportunidades que había perdido ese verano...
Suspiré mirando hacía la ventana, otra vez había dejado mi mente en blanco, cerré el libro que tenía en mi mesilla apoyando mi cabeza encima de la superficie —Mañana se acaba todo.— Mi estado de ánimo estaba rozando el suelo. Recordé cada evento que había vivido ese verano, una visita al museo, una semana en la casa de campo con Emilie y Ewen y una cena de negocios de mi padre, la cuál ni asistí. 

Por más que quisiera hacerle sentir orgulloso su tiempo nunca iba a ser para mí. Su trabajo, su estatus, sus obligaciones, sus reuniones, incluso mi propio hermano van delante. Jamás me dedicaba una tarde, una charla de unas horas, algún mensaje... y actualmente me sigo preguntando si hacer esto realmente vale la pena. Pasarme un verano sin salir por seguir con los estudios y mantener mi puesto de académico Imperial. Yo me esfuerzo por ser el mejor para conseguir la aprobación de mi padre, un abrazo, unas palabras o un apretón de manos. Pero mis esperanzas se esfuman con el pasar del tiempo. Mi cabeza me pide una pausa y yo sigo sin saber que es realmente lo que necesito. 

Sin hacer mucho caso al horario que yo mismo había organizado, me levanté. Ahora mismo me tocaba mis clases de historia, pero mi cuerpo se negaba a procesar más información sobre como Colón descubrió América. Total, para que se tratará de un error, ya que su objetivo inicial era llegar a la India por el camino más fácil, y por obra del azar se encuentra con otro continente. Cerré los ojos con indignación mientras agitaba mi cabeza, quería despejar y volvía a lo mismo de siempre. ¿De que me servía entonces? Para hacer eso me sentaba durante otras 8 horas en mi mesa de estudio hasta que mis ojos no dieran más de si y acabará dormido encima de los apuntes. 
Me senté enfrente del televisor y con vagancia cogí el mando de la mesita. Busqué algún canal chorra para tenerlo de fondo, no tenía la intención de quedarme mirando el televisor, solo necesitaba algo externo para despejar mi mente. Mis ojos se centraron en cada programa, de entre todos podría haber elegido un documental, una telenovela o incluso los deportes, pero tuve el impulso de dejarlo en esa serie de espías, esa que miraba de pequeño junto con mi hermano y que dejé de seguir con el paso de los años. Me traía recuerdos, igual es por eso que lo dejé. Recliné un poco la cabeza en el sofá y posicione el brazo detrás de mi nuca, ese capítulo era repetido, aún lo recordaba, por un momento mis ojos se sintieron tentados y miraron con atención la pantalla. La escena mostraba como el espía disfrutaba de su tiempo, ese tiempo en el que decía que tenía un ratito para tener una vida ¨normal¨, sin luchas, sin dobles identidades, sin salvar a ningún ciudadano en apuros etc...sin embargo su tiempo de ocio se vio interrumpido por otra misión, su ¨normalidad¨ había acabado. 

¨Toc, Toc¨ 

Mi atención se dirigió hacía la puerta musitando, que aquel que llamará, podía pasar.

—Joven Desmond, buenas noches, vengo a traerle el listado de sus compañeros de este año.— Mis ojos se centraron en el papel que traía mi mayordomo, con una sonrisa disimulada le di las gracias. —Deseo que tenga otro año digno de admirar joven.—

—No espero menos Andrew.— Dejé caer mis aires de grandeza mientras se retiraba de mi habitación. No iba a mentir, me consideraba un chico con mucho potencial y era algo que me gustaba demostrar.

Cogí con  curiosidad el papel, dudaba que Emilie y Ewen accedieran a académicos Imperiales, pero quien sabe, igual el universo me hacía un regalo. Mis ojos se movían por cada nombre, ninguno era conocido—Becky Blackbell.— Ese nombre figuraba en el listado, mucho había tardado en entrar dentro de los académicos Imperiales. Sabía que tarde o temprano iba a encontrarme con ella, pero no me la esperaba ese año.

—Becky Blackbell.— suspiré en alto.

Una sonrisa absurda se dibujo en mis labios, había tenido muchas confrontaciones con esa niña los primeros 7 años de curso, luego me separé de mi clase gracias a conseguir las 8 stellas y subí de rango a académico Imperial. Llevaba dos años consecutivos manteniendo mi buena reputación. Y ahora me encontraría con esa mocosa, igual este año...

—Anya Forger.—

Fruncí el ceño, y arrugué el papel que tenía entre mis manos, porqué demonios se me había venido ese nombre a la cabeza tan de repente. Me levanté con cierta brusquedad del sofá y un mareo repentino provocó que volviera a sentarme. 

—...

Anya Forger, llevaba sin verla 2 años consecutivos, cuando eres académico Imperial apenas te juntas con la gente de otros módulos, conservaba mi amistad con Emilie y Ewen gracias a la residencia de la escuela Edén. Sin embargo con ella no me había mantenido ningún tipo de contacto durante ese tiempo. Y ahora ¿Volvería a encontrármela por culpa de Becky Blackbell? No, eso sería absurdo, ella no es parte de los académicos Imperiales, en ningún momento podría entrar dentro del grado. Pero la castaña era la única amiga que tenía en la escuela Edén, o eso es lo que yo tengo entendido, ¿Estará sola?

—¿Qué..? — Y a mi que más me daba, deja de pensar en ella. 

Mi pecho empezó a sentirse nervioso, lo agarré con angustia. Todos esos años que había mantenido contacto con esa enana había desarrollado una serie de sentimientos extraños hacía ella. Pero estos habían cesado en el momento que había dejado de compartir clases con esta ¿No? Solo volvían cuando la veía entre los descansos, en algún pasillo, rara vez en la biblioteca. Pero cuando pasaba solo era por unos minutos, mientras contemplaba como sonreía o buscaba entre su desorden algún apunte perdido. Era tan hermosa...

Sacudí mi cabeza avergonzado.— Damian Desmond, olvídate de esto, no va a volver a pasar, solo estas nervioso por la vuelta de vacaciones.— Sí, era eso, simplemente era eso, no había nada más. —Solo es eso...

Guarde todo lo que era necesario para la mañana siguiente y rápidamente me tapé bajo las sábanas de mi cama, no eran más que las 8 p.m pero ya no quería seguir con estos nervios. Agarré mi teléfono móvil con curiosidad y empecé a leer alguna historia que tenía pendiente, esperando que, en algún momento, mis cuerpo se quedará dormido.

•••

Y con esto finaliza el prólogo, espero que os haya gustado y que tengáis paciencia con los próximos capítulos. Va a ser una historia que se va a desarrollar un poco lenta, pero valdrá la pena. Amo mucho esta pareja y tengo una motivación enorme de traeros más cosas sobre esta.

Espero que os haya gustado y dejar vuestra Stella para demostrar que queréis saber más sobre los sentimientos de Damián.

un saludo de vuestra gominola de confianza

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⏰ Última actualización: Jun 19, 2022 ⏰

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No quiero ser tu amigo plebeya (Damianya)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora