Daichi no tenía mucho que decir sobre los rumores, aun recordaba la forma en que toda su vida lo habían seguido, después de todo su padre había sido un esclavo que se enamoro sin remedio de la hija noble de la familia que era su dueña.Del fruto de ese amor nació él, realmente no sabia si alguien más que la emperatriz Navier sabia esa historia, él mismo la supo solo en el lecho de muerte de su madre y confió solo en la emperatriz para informarlo.
De hecho lo único por lo que su familia destaco entre la nobleza era debido a los atributos mágicos que él tenia, aunque en la academia se descubrió que ninguna de sus habilidades servían de manera ofensiva o defensiva, tenía una habilidad que ningún otro mago había tenido hasta el momento. Visiones sobre pasado, presente y futuro, no eran fáciles de controlar pero si se esforzaba lo suficiente podría centrarse en verlas respecto a una única personas, además de cosas más simples como poder regular emociones e incluso mover objetos a la distancia sin necesidad de tocarlos.
Todo aquello lo había llevado a ser convocado por el emperador, eso lo llevo a relacionarse con la pareja real en una extraña amistad que termino con él firmando un contrato de concubinato con ambos. Aun recordaba aquel día con nerviosismo, especialmente por el banquete anterior a la firma del contrato y por los regalos que siguieron a esta.
Había pasado un año desde aquello, actualmente se encontraba en la misma academia de magia en la que había estudiado debido a que algunos magos habían perdido su habilidad, era algo de gran preocupación por eso mismo se intento que Daichi encontrara alguna información futura sobre la situación con su habilidad.
Pero en su estadía allí un rumor desagradable llego a sus oídos desde el reino, algo que ni el emperador ni la emperatriz mencionaron en las cartas que intercambiaron, al parecer el emperador tenía una nueva concubina pero esta no era una noble ni mucho menos una plebeya, los rumores decían que era una esclava fugitiva que Sovieshu había encontrado mientras cazaba.
Ni siquiera estaba seguro de si los rumores eran ciertos, después de todo los pocos nobles que llegaban a la academia no eran muy específicos con los dichos, por eso mismo decidió desconfiar de aquello hasta su llegada nuevamente al palacio en la capital.
La carroza avanzaba lentamente, fue un largo viaje que resultan agotador sin embargo decidió que en lugar de descansar debería reportarse tanto con el emperador como con la emperatriz respecto a su llegada y lo obtenido de su visita a la academia, de paso posiblemente también podría averiguar algo sobre los rumores.
Caminaba por los pasillos llevando consigo simplemente el viejo libro donde anotaba cada una de sus visiones, dirigiéndose hacia la habitación de Sovieshu debido a que debido al horario era el lugar donde probablemente estaría, golpeo la puerta un par de veces sin recibir respuesta alguna. Soltó un suspiro de fastidio al escuchar en el interior de la habitación la suave risa de Sovieshu, volvió a golpear la puerta sin dudar en abrirla cuando no recibió respuesta nuevamente.
Normalmente el pelirrojo era respetuoso a los protocolos de la nobleza aunque de manera inevitable realmente a veces no podía evitar ser brusco, era parte de su personalidad, por eso mismo entrar a la habitación del emperador o la emperatriz sin avisar era algo habitual para él cuando su paciencia no era mucha.
—Emperador, creo que no es respetuoso ignorar los llamados de alguien que ha viajado tanto para verlo — se quejo Daichi de manera inmediata aunque haciendo una ligera mueca de disgusto al ver a una mujer desconocida abrazando de manera melosa al emperador. —. Se encuentra ocupado, lamento interrumpir, pero tengo información importante que dar.
—Nadie me informo que ibas a regresar tan pronto — el emperador menciono de forma inmediata alejando suavemente a la mujer que estaba junto a él ante la mala mirada del mago, hizo un suave movimiento de cabeza para que el pelirrojo se siente en el sillón libre. —.
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The magical lover | "La emperatriz divorciada "
FanfictionLos emperadores podrían tener varias concubinas, las emperatrices solamente un concubino siempre que su esposo tuviera una o más. Sin embargo nunca antes se había visto un caso tan particular como el del reino Oriental, tanto emperador como Emperatr...