Única parte

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Era temprano, el sol recien comenzaba a asomar por las ventanas del cuarto, su luz apenas visible a través de las cortinas, Raffaele giró a su derecha en la cama, acurrucándose en el cuerpo cálido que dormía a su lado e intentó volver a dormir. Gruñó enterrando su nariz en el cuello de Nate, aspirando su aroma, él aún estaba dormido, su respiración lenta y relajada, Raffaele lo rodeó con un brazo, acercándolo un poco más, tirando de su cuerpo hasta tenerlo casi debajo de él y volvió a aspirar.

—Quieto —la voz de Nate sonaba ronca por el sueño, pero no hizo ningún movimiento para alejarse, solo acarició con sus dedos el brazo que tenia rodeándolo.

Raffaele sonrió, besándole el cuello.

—Pensé que estabas dormido —murmuró, su mano moviéndose hasta llegar a la parte delantera del pijama de Nate, levantando la camisa hasta dejar su estomago desnudo. Lo acarició suavemente.

—Lo estaba —Nate bostezó. —Si no te importa, voy a hacerlo ahora —se acomodó hasta dejar su trasero contra la erección de Raffaele, luego no dijo nada mas, pareciendo realmente listo parra volver a dormir.

Sin embargo, Raffaele conocía a Nate, podía entenderlo incluso en este estado somnoliento, y aunque hace un año esto lo habría asustado hasta hacerlo correr al otro lado de la ciudad, ahora el sentimiento de conocer a otra persona lo suficiente para saber hasta los pequeños detalles en su forma de actuar y hablar lo hacia sentir bien, calado, lleno de emociones que se volvían enormes cuando pensaba que entre todas las personas con las que podría haber sentido esto, esa fue Nate.

—¿Si? —susurró Raffaele, moliéndose contra el trasero de Nate.

—Si, nada me puede mantener despierto —suspiró dramáticamente, ahora se escuchaba totalmente despierto.

—Ya veo —con un movimiento ya aprendido, bajó el pantalón de Nate, dejando su trasero desnudo, el jadeo que salió de sus labios se convirtió rápidamente en un gemido cuando Raffaele hundió dos dedos en su agujero aún suelta y usado de la ultima vez que lo hicieron antes de dormir. —Anoche parecías muy despierto, con mi polla dentro —movió los dedos, sintiendo a Nate gemir mas alto. Oírlo solo puso a Raffaele completamente duro, todo rastro de sueño yéndose y dejando solo excitación y necesidad en su cerebro.

—Bruto —llorisqueó, pero se movió, montando los dedos de Raffaele. —Más —los músculos de su agujero cerrándose sobre sus dedos, rogándole silenciosamente con su cuerpo.

—Bebé codicioso —Raffaele le besó el cuello, moviendo mas rápido los dedos, sosteniéndolo con su otro brazo aun alrededor del cuerpo de Nate, buscó su erección y la tomó en su mano, solo dándole un apretón.

Cuando Nate gimió mas alto y movió sus manos, buscando a tientas a Raffaele detrás suyo, agarrando la ropa interior y bajándola hasta dejarlo con la polla fuera, este sacó sus dedos de la entrada estirada de Nate y los reemplazo con su pene, pero no entró como Nate estaba esperando, solo la dejó allí hasta que lo escuchó llorisquear de nuevo.

—Amor, por favor —esas palabras siempre ponían al borde a Raffaele, y Nate lo sabia, siempre las usaba cuando se ponía demasiado excitado y necesitado, Raffaele era tan débil cuando se trataba de este chico.

Solo hizo falta un empujón para que se hundiera en el calor de Nate, gruñó comenzando a moverse, envolviendo a Nate con sus brazos y tirando de él mas cerca, hasta tener su espalda pegada su pecho, su mano libre ahora masturbando a Nate.

Nunca iba a cansarse de esto, pensó Raffaele escuchando a Nate gemir su nombre, no quería dejar de sentirse así por mas que lo haya negado en un principio, él amaba a este hombre y cada parte suya, amaba lo fácil que se desasía en sus brazos después de besarlo, amaba lo quejumbroso que podía ser para ciertas cosas como cuando reprendía a Raffaele por no sacar la basura o dejar las toallas húmedas después de bañarse, amaba escucharlo jugar videos juegos en sala de estar mientras él cocinaba, amaba que todo el tiempo Nate oliera a su colonia y que todos supieran que pertenecía a Raffaele, por completo, en todo sentido, por dentro y por fuera. Suyo, solo suyo.

Millon Dollar ManDonde viven las historias. Descúbrelo ahora