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Había creído que aquello era un mal sueño, una tormenta de rayos y lluvia estacional, una pequeña herida que con el paso de los días cerraría, pero nunca pudo cerrarse.

Dejó caer sus manos del bordillo, sumergiéndolas en el agua dulce mientras que sus piernas se abrían y las dejaba flotar libremente. Flexionó su cuerpo para hundir su pelvis en el agua, quedando en una posición semi feto, semi muerto. Todo le parecía lejano, incluso como si fuera inexistente, salvo que habían pasado tan solo dos días. Alborotó sus cabellos castaños, bastante rizados mientras dejaba que el agua arrullara su cabeza y bailara pegada a su cuerpo, en un vaivén fluido debido al resto de personas esparcidas por la piscina. Sus ojos estaban fijos en aquel azul tan permanente, idéntico. Le parecía sumamente interesante y fascinante el inexorable paso del tiempo incapaz de tan siquiera rozar ese color tan particular, aunque tuviera esgrafiados blancos y grises. Sin duda el cielo había capturado su atención, y por primera vez desde que llegaron al apartahotel pudo librarse de sus nocivos pensamientos.

Mientras, al otro lado de la piscina sobre una hamaca tapada por una sombrilla, un pelinegro lo observaba en silencio. Contemplaba con recelo aquel líquido que podía moldear todas sus formas, cada curva, cada pliegue y relieve, cada línea, tan perfectas a sus ojos,  y acompañarlo en aquel duro momento. Sabía que su hyung necesitaba espacio, pero no poder envolverlo en sus brazos y esconder aquel radiante rostro en su pecho estaba empezando a ponerlo de pésimo humor. Así que a pesar de sus deseos cada vez más febriles, decidió distraerse con su teléfono móvil, aunque en vano pues jamás pudo apartar la vista de aquel hipnotizante ser, que lo iluminaba con su sonrisa a la vez que lo hacía enloquecer.

Tras un suspiro pesado, se arrastró hasta el final de la hamaca para levantarse y colocarse las cholas escondidas debajo del asiento. Una vez calzado bordeó la piscina hasta el mayor, se descalzó y adentró sus pies en el agua, sentándose en la orilla. Jugó inconscientemente con el agua, moviendo sus pies y creando ligeras olas aún hipnotizado por la belleza del contrario. Observó aquel bañador rojo amarmolado de negro que cubría su v hasta mitad de sus muslos sin ajustarse al cuerpo, perfilando aquellos cuádriceps marcados debido al gimnasio, sus pantorrillas algo más finas y aquellos pies que tanto había masajeado para ayudarlo a relajarse. Su mirada se dirigió al punto de partida, y más tarde se deleitó con aquellos abdominales que empezaban a marcarse sutilmente, acompañado de sus pectorales algo más trabajados y sus brazos con un ligera musculatura que lo hacía babear. Al llegar a su rostro tembló ligeramente. Sus labios rosados estaban entreabiertos, y no sabía cómo le apetecía morderlos. Su naricita siempre le había parecido linda, y sus lunares le daban un toque tierno pero a la vez seductor. Sus pestañas las encontraba más largas que de costumbre, su que imaginaba que era efecto del poco tiempo que había tenido para admirarlas estos meses. Por supuesto, por mucho que se muriera por intentarlo nunca habían traspasado la fina línea que lo definía como su hyung, pero a veces las locas ganas de besar esos labios rojizos tan maravillosamente gruesos le hacían querer ceder. Muchas veces se preguntaba a qué sabrían, si el calor en sus bocas sería similar, o habría un fuego interno consumiéndolo, como a Jungkook las veinticuatro horas del día.

Jin lo había aconsejado, repitiéndole varias veces que el caso de Taehyung era complicado, y que si realmente lo quería, debía dejar las cosas fluir. Por supuesto, era consciente del problema que encadenaba a su hyung, y no quería presionarlo aún más, ni llevarlo al límite. Quería apoyarlo, así que aunque no dijera nada, Taehyung sabía que el menor tenía toda su atención y preocupación. 

El castaño cerró sus ojos y tomó una respiración profunda antes de incorporarse y dirigir sus bellos orbes hacia el pálido. Aquella mirada provocó un cortocircuito en todo el cuerpo del menor, deteniendo sus piernas y quedándose perdido en aquel tono marrón que por primera vez en días habían recuperado algo de brillo. Podían oír las voces de los niños jugando, conversaciones lejanas, el agua meciéndose de una forma más exaltada cuando Taehyung se acercó a la orilla y posó sus brazos sobre esta. Sus miradas siguieron conectadas por un instante más, lejanos a lo que acontecía a su alrededor. Fue entonces cuando el pálido tuvo la intención de llevar una mano al brazo contrario para dar un apretón, pero a mitad de camino se detuvo al ser interrumpido.

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⏰ Última actualización: Jun 03, 2022 ⏰

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