꒰🦪:ྀ𝐶𝑂𝑅𝑅𝐸𝑅 𝑂𝑇𝑅𝐴 𝑉𝐸𝑍┆ᴄᴏᴜɴᴛʀʏʜᴜᴍᴀɴsᶜʰᶤᶰᵃ ˣ ʲᵃᵖᵒᶰ

逃亡

Los gritos a su alrededor parecían ser infinitos; siendo cada vez más penetrantes e insoportables. Ya no es capaz de distinguir cuáles sonidos son producidos por su mente y cuáles son reales.

Se siente mareado, asfixiado y confundido.

Levantó sus temblorosas manos y cubrió sus oídos, tan fuerte cómo pudo. El oxígeno empezó a ser faltante en aquella habitación. Su pecho subía y bajaba a un ritmo anormal; provocando que el respirar se volviera una difícil tarea.

Las lágrimas no tardaron en salir de sus pequeños ojos. Con su vista nublada por las lágrimas, apenas lograba ver las cosas a su alrededor.

Tirados en el suelo, los lápices de colores, junto a una vieja libreta, se hallan cubiertos por un espeso color rojo. Las manchas rojizas forman rostros conocidos; lo miran con desprecio.

Cerró los ojos e intento escapar del mundo, sin embargo, era inútil; siempre fue inútil.

Algo líquido bajo por uno de sus costados, haciéndole sentir un escalofrío en toda su columna vertebral. Retiró las manos de sus oídos y vió con horror cómo estás se encontraban heridas y manchadas con aquel oscuro fluido.

Asustado y desorientado, alzó su mirada, girando en todas direcciones, trato de buscar las respuestas a todas las interrogantes de su mente. Bajo la vista y divisó varios trozos de cristales esparcidos en el piso; todos repartidos en un círculo imperfecto a su alrededor.

No lo soporto más, las lágrimas inundaron sus ojos a mares, y permitió que los dolorosos sollozos desgarraran su garganta.

El sonido de múltiples platós rompiéndose al impactar contra el suelo lo alertó, provocando que el miedo avanzará por todo su cuerpo a pasos agigantados. En medio de todo el caos, al fin pudo distinguir una voz conocida.

Ya no sentía miedo, pues ese infantil sentimiento fue reemplazado por un terror real.

Cada músculo de su cuerpo tembló de forma incontrolable; sus pulmones se detuvieron, inconscientemente, el contuvo la respiración; su estómago dió un vuelco, y una mano invisible tomo su corazón y lo estrujó tan fuerte que podría morir.

Todo duele

En verdad creyó que se desplomaría en el suelo, pero el pánico lo hizo permanecer de pie.

Más lamentos tormentosos llenaron el cuarto.

Obligó a sus piernas a moverse, empezando a dar temblorosos y temerosos pasos; estos poco a poco se convirtieron en grandes y largas sacadas. Logró escapar de aquel inferno.

Huyó sin ningún rumbo o destino.

En su carrera, terminó tropezando más de una vez; no obstante, el seguía levantándose.

La fría nieve caía sobre su cuerpo, sin embargo, su enorme terror no le permitía percibir el frío. Incontables lágrimas opacaron su vista, pero el continuo corriendo. El aire helado colándose en sus pulmones le quema por dentro, su interior arde y duele; aquello no lo detuvo.

Avanzó y avanzó, solo deseaba perderse, deseaba tanto no volver allí.

En uno de sus tropiezos, su tobillo se torció, sacándole un doloroso gritó. Derramó más lágrimas. No estuvo mucho tiempo quieto, pues tan pronto recordó lo que le esperaba allá atrás, ignoro su dolor y se mantuvo firmé en seguir con su huida.