Capitulo 12:"Siempre que me necesites"

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Me encuentro en una sala de estar, es muy linda a decir verdad, pero me inquieta el hecho de no saber donde me encuentro.

Esto es raro, se me hace familiar pero no se que ocurre aqui aun, ¿acaso me desmaye o me dormí? ¿o me golpee la cabeza contra el suelo y esto es una alucinación? ¿o solo un sueño? o peor aun ¿tengo una visión?

Una mujer se hizo presente en mi campo visual, era castaña, esbelta pero delgada, aparentaba unos veinticinco años, era muy bonita.

Pero su rostro estaba cubierto por lagrimas lo que me provoco-sin sentido alguno-un profunda tristeza.

Se sentó el sofá del centro atravezandome, dejando una extraña sensación en mi, llevo sus rodillas a su pecho y comenzó a sollozar.

-¿Oye estas bien?-dije pero ella parecia ni siquiera notar mi presencia en el cuarto-

Me sentí impotente, impotente por no poder decirle que todo estaría bien, que me dijera que le ocurría para poder ayudarla.

-Esto...esto no va a gustarle-dijo con su dulce vos entre llantos mientras acariciaba su vientre-Pero te prometo dulzura que no te abandonare, no importa lo que pase,eres mi vida, mi todo, yo te amo-dijo mientras continuaba acariciando su vientre, ah debe estar embarazada que amorosa, yo desearia que mi madre hubiera sido así-

De la nada la puerta de la sala se abrio y por ella entro un hombre apuesto, de cabello negro y unos hermosos ojos verdes...aguarden un segundo ese es mi padre.

-Elizabeth, amor, tranquila todo estara bien-y con esas simples palabras de mi padre mi mundo dio vueltas-

Ese es el nombre de mi madre y por consiguiente si mi padre le dijo amor, dedusco que ella lo es. Espero y esto no sea una mala jugada de mi mente.

Ademas de eso, literalmente, pues todo comenzo a dar vueltas hasta volverse en una negrura total, di vueltas hasta aterrizar en algo suave que al abrir mis ojos vi, eran flores. Mire a mi alrededor y solo logre distinguir un extenso prado de flores con un sol radiante.

-Que grande estas mi niña-dijo la misma vos detras de mi, me gire y alli estaba, ahora vestia un atuendo blanco, en su cabello una corona de las flores del prado y su rostro ahora tenia las marcas de los años-

-¿M-ma-mama?-tartamudee parandome y ella asintio con lagrimas en sus mejillas-

-Asi es dulzura, ven aqui-dijo abriendo sus brazos-

Corri acortando la distancia que nos separaba y llegue a sus brazos...se sintio tan bien, como estar en casa, no como en el Campamento, que es donde me crie...solo...solo era distinto.

Me tranquilizaba el lento latido de su corazon, su respiracion en mi cabello, sus lagrimas me hacian cosquillas y me senti algo apenada de manchar su vestido con las mias.

-Lo lamento-dije abrazandola mas fuerte-

-¿Por que lo dices hija?-dijo ella separandose y secando mis lagrimas-

-Manche tu vestido con mis lagrimas-dije y ella rio, su risa me proporciono una paz y una seguridad que jamas habia experimentado-

-Hija, Leanne, tranquila, eso es lo de menos, aun no puedo creer que tu padre haya hecho esto posible-dijo mirando al cielo-

-¿Como que el? Pero si yo...yo me desmaye, la cicatriz me sangraba-le dije y ella me miro triste-

-Lo siento tanto Leanne, esa jamas fue mi intencion, nunca lo fue-dijo besando constantemente mis mejillas, mi frente y cabello para despues abrazarme fuertrmente-

~Los Elegidos~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora