Capítulo Único.

550 37 36
                                    

Law despertó, observó el móvil, vio los mensajes de "Buenos días" y sonrió como adolescente. Respondió deseando una excelente mañana y anduvo rumbo a la ducha, con tranquilidad y una agradable sensación de calidez en el pecho.

Parecía que el tiempo volaba, parecía que los días en los que ellos no habían sido parte de su vida estaban demasiado distantes, como si todo lo anterior a ellos fuera solo un mal sueño. Miró el calendario en cuanto salió de la ducha y sonrió. «Un año.» Definitivamente sentía que el tiempo pasaba volando cuando estaba con ellos.

Estaba consciente que aquella era una fecha no oficial, porque, aunque fuera la fecha en la que estuvieron juntos por primera vez, no correspondía a la fecha de hacía cuatro meses cuando habían formalizado su relación. Pero es que, aunque lo pensará seriamente, aunque no fuera oficial, él sentía que todo había comenzado aquella noche en que le dio la mano a Zoro, lo guió por los pasillos de la mansión Donquixote, hacía su recamara, y Mihawk los había seguido, a paso lento pero firme, para estar con ellos.

Ahora vivía en un departamento en el centro de la ciudad, a cinco calles del hospital donde trabajaba. Se ahorraba el tráfico, el combustible y se mantenía en movimiento. Independizarse había sido más fácil de lo que había supuesto. Doffy era demasiado despreocupado como para que le importara el ir y venir de sus amantes en turno. No solía desarrollar ningún tipo de apego y no le importaba nada más allá de él mismo y su propio placer, así que, para cuando Law le anunció que sus encuentros furtivos llegarían a su fin porque tenia una relación, el rubio estaba demasiado ocupado con su querida en turno. La atractiva y desinhibida hija mayor de un magnate de la industria de los juguetes.

Por otro lado, Corazón sí que lo había interrogado con respecto a su relación, incluso había organizado una cena para hablar con Mihawk y Zoro acerca de las intenciones que tenían respecto a él. Había aceptado aquella cena con recelo, no sabiendo las verdaderas intenciones de su protector. Recordarlo era sumamente vergonzoso.

Tres meses atrás, en la mansión de los hermanos Donquixote...

Rocinante estaba sentado a la cabecera de la enorme mesa diseñada para más de doce personas. Law estaba sentado a su diestra, y a su siniestra estaba Zoro, con Mihawk justo al lado—. Entonces, ¿qué clase de relación están intentando tener con Law?

Acababan de servirles la sopa, así que los más jóvenes, inevitablemente comenzaron a ahogarse—. ¿¡De qué carajos estás hablando!? —bramó Law, intentando recuperar la compostura.

—Eres mi protegido —le recordó con firmeza—, y de ninguna manera voy a permitir que alguien se aproveche de ti y te rompa el corazón.

Law anheló que se lo tragara la tierra ahí mismo. Sus mejillas se pusieron de un fuerte color carmesí, y por primera vez desde que era un adulto le habría gustado llevar puesto su sombrero moteado, tan característico en sus años de instituto, para jalarlo por los costados y cubrirse el rostro hasta desaparecer.

—Nosotros jamás haríamos tal cosa —se apresuró a decir Zoro, cuyas mejillas también parecían un par de cerezas bien maduras. Miró de Rocinante a Law, y viceversa, con determinación, tratando de darle confianza al ojeroso doctor, fue tierno, pero no dio resultado.

—Tengo entendido que ustedes ya eran una pareja antes de conocer a Law —puntualizo el rubio.

—Es cierto, pero...

—Y que cuando lo conocieron fue porque tú, particularmente, querías experimentar el estilo de vida que llevó Mihawk por tantos años —puso sus ojos en el mayor de los tres miembros de aquella inusual relación por un breve segundo—. ¿Me equivoco?

Cita.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora