Recuerdo aquél día.

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Soy un ingenuo;

Lo he notado con severidad estos últimos días.

Mi realidad ha sido siempre una mentira, un oasis distante del cual, por más perfecto que yo esbozace, jamás he de alcanzar.
Soy desdichado, no tengo el control sobre ésto, pues siempre me imagino luchando en busca de satisfacer mis más tiernos deseos, pero soy cegado frente a mis impulsos que nublan mi razón en cada momento.

Soy un ingenuo.

Algo se oprime en mi pecho, algo me inquieta y me duele por dentro, es un hecho.

Sigo sin entenderlo, sin poder tener calma conmigo y estos nuevos sentimientos.
¿Qué es lo que me pasa?,
Quiero llorar pero no puedo hacerlo, quiero gritar pero me lo impide el nudo en la garganta que recorre todo mi cuerpo, quiero cerrar los ojos y dormir para siempre, callando así, todas mis inseguridades, miedos y lamentos.

Me han llevado a lo más alto, que dulces recuerdos, pero me han soltado contra el duro concreto quedando pasmado, frío y sin aliento, estoy sólo.
Nadie me ayuda, ¿porqué habrían de hacerlo? Al final de cuentas, sólo es otra historia sin buenos argumentos.

Alguien me toca el brazo.

-Hey, ¿qué escribes?- Adriana se queda observando mi libreta.
-Nada en especial-
volteo a mirarla, sus dulces ojos cafés denotan preocupación; Siempre me han gustado
-Has estado faltando mucho últimamente, ¿te pasa algo?
-Nada. - Le respondo a secas

-¿Nada?, ¿porqué eres así?, me estás preocupando, ¡A todos nos estás preocupando!.-

se sienta a un lado de las escaleras del edificio, donde llevo ya un buen rato.

-A nadie le importa, lo he visto estos últimos días, sólo me han demostrado que no puedo confiar en nadie.-
noto como sus mejillas se tornan rojas, cierra sus delicadas manos con fuerza y sus ojos se vuelven llorosos.

Un leve susurro sale desde su pecho.

-Eso no es cierto.-

No tengo nada más que decir, me levanto y la dejo a un lado, no quiero verla, no quiero sentir ésto, me aterra. Al bajar el último escalón, y comenzando a caminar por el patio de la escuela, siento un tirón fuerte del brazo que me hace girar bruscamente mientras mi libreta cae al suelo.
-¡¿QUÉ RAYOS TE SUCEDE?!- dije temblando, mi voz se quiebra, sólo siento como mi cara se vuelve roja, mi garganta se seca, mi respiración se altera y mis ojos se ponen rojos a punto de picarme por lágrimas

- ¡Carajo!, déjenme tranquilo de una puta vez-
Adriana, no aguanta más, ella se sienta y comienza a llorar tapando su dulce rostro con ambas manos, sólo logra hacerme sentir fatal, mi corazón brinca, martilla en mi pecho. Sólo se me ocurre abrazarla y calmarme un momento.

-¿Quién chingados eres?-

habla entre sollozos, no sé qué contestar, ya no me conozco, ni un poco.

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⏰ Última actualización: Apr 24, 2015 ⏰

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