Lo siento.
Me arrepiento de todas y cada una de las decisiones que tomé y que me han llevado a este punto de inflexión en mi vida.
Lo lamento desde lo más profundo de mi alma, el haber acallado continuamente a mi corazón. El haberlo aplastado con mis propias manos para que dejara de latir.
Ahora no puedo devolverle la vida que yo misma le arrebaté.
Sin tan sólo hubiese tenido el coraje de gritar mi verdad en su momento, no me encontraría aquí.
Ya no se trata del amor, sino de la versión de mí misma que he perdido por el camino.
Las personas dicen que uno se reconstruye con cada golpe, pero dime, ¿cuántas magulladuras deben dibujarse en tu piel hasta que tu alma diga "ya no puedo aprender más, sólo déjame descansar"?
Odio cada parte que me compone y me ha convertido en esto.
No tengo ni la más remota idea de si todo hubiese distinto si hubiese sido valiente contigo, pero, el no haberlo sido tampoco me ha traído nada bueno.
Tal vez sea eso; que mi existencia está destinada a ser vacía.
Ya no puedo escuchar tu voz en mi mente, ni recuerdo lo que significa tenerte delante mía.
Tal vez nunca fuiste tan importante para mí, y mi corazón sólo quiere jugar a sentirse vivo.
Tal vez fuiste todo mi universo, las estrellas y todas sus galaxias; y cuando todo se desmoronó, me perdí a mí misma.
O quizás siempre estuve perdida.
Soy un completo caos, un desastre latente.
Ni siquiera sé por qué sigo escribiendo.
Lo que expreso y lo que escribo me hace odiarme aún más, pues nunca nada es suficiente. Nada de lo que está plasmado en esta carta es lo que quiero decir realmente.
No sé quién soy. No sé cuál es el propósito de mi propia vida.
Sólo sé que tú eres la causa principal de que yo me haya convertido en parte de la nada.