LEYENDA DEL HILO ROJO

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Cuenta la leyenda Japonesa que cuando nacemos, los dioses colocan en nuestro dedo meñique un lazo rojo que está conectado a dos personas que estan predestinadas a pasar el resto de su vida juntos, sin importar el sexo, la procedencia, las situaciones vividas... Pues este lazo es irrompible, va desde la punta del dedo meñique de estas dos personas hasta el infinito y más allá...

Puede que estas dos almas se conozcan o ya hayan llegado a salir, y por circunstancias del destino se hayan separado, pero si ambas están conectadas por el hilo rojo están destinadas a en algún momento de sus vidas volver a encontrarse dando igual el punto en el que estén ambos, si sus almas están conectadas por el hilo rojo siempre se encontrarán.

Tu hilo rojo es aquella persona es aquella que colorea tus días grises, llena tus vacíos, que te hace ser tú mismo y sobre todo te hace sentir vivo.

Tu hilo te dará silencio y paz en tu vida cuando lo quieras, pero ruido cuando lo necesites.

La leyenda cuenta:

"Hace mucho tiempo, un emperador se enteró de que en una de las provincias de su reino vivía una bruja muy poderosa, quien tenía la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino y la mandó traer ante su presencia. Cuando la bruja llegó, el emperador le ordenó que buscara el otro extremo del hilo que llevaba atado al meñique y lo llevara ante la que sería su esposa. La bruja accedió a esta petición y comenzó a seguir y seguir el hilo.

Esta búsqueda los llevó hasta un mercado, en donde una pobre campesina con una bebé en los brazos ofrecía sus productos. Al llegar hasta donde estaba esta campesina, se detuvo frente a ella y la invitó a ponerse de pie. Hizo que el joven emperador se acercara y le dijo: «Aquí termina tu hilo», pero al escuchar esto el emperador enfureció, creyendo que era una burla de la bruja. Este empujó a la campesina que aún llevaba a su pequeña bebé en brazos y la hizo caer, haciendo que la bebé se hiciera una gran herida en la frente. Luego ordenó a sus guardias que detuvieran a la bruja y le cortaran la cabeza.

Muchos años después, llegó el momento en que este emperador debía casarse y su corte le recomendó que lo mejor fuera que desposara a la hija de un general muy poderoso. El emperador aceptó esta decisión y comenzaron todos los preparativos para esperar a quien sería después elegida como esposa del gran emperador.

Llegó el día de la boda, pero sobre todo había llegado el momento de ver por primera vez la cara de su esposa. Ella entró al templo con un hermoso vestido y un velo que le cubría totalmente el rostro... Al levantarle el velo, vio por primera vez que este hermoso rostro tenía una cicatriz muy peculiar en la frente. Era la cicatriz que él mismo había provocado al rechazar su destino años antes. Un destino que la bruja había puesto frente al suyo y que había decidido no creer".

Ahora comprendemos que la bruja tenía razón y fue sacrificada para nada. El rey pensó que su hijo rojo era aquella mujer pobre y con apenas que llevarse a boca y sin dudarlo un momento la empujo dejando cae al suelo la que realmente era su lazo rojo, y años más tarde ya fuese el destino o el karma hizo que ambos se encontrasen otra vez.

Y una vez más entendemos que el hilo rojo conecta a las personas que están destinadas y que por cualquier motivo siempre se vuelven a encontrar juntando así sus caminos para siempre.

Muchas personas como yo, que creen firmemente en el destino y esta maravillosa leyenda, llevan en su mano izquierda una pulsera o en otras ocasiones un anillo en señal de que están enamorados o pronto estarán con su alma gemela.

Pero no podemos olvidar que no podemos idealizar a las personas porque nadie es perfecto. Pero se trata justo de eso, de querer a la otra persona con sus defectos y sus virtudes, y eso tan solo es posible con una cosa: el amor de verdad.

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