Salir con Draco Malfoy

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No es exactamente de temática de cumpleaños, pero se menciona, así que vale, sí, sí, soy re organizade (esta historia viene con la anécdota de que estuve un mes esperando el cumpleaños de Draco, pero pensaba que el lunes era cinco y me enteré que era hoy a la uNA DE LA MADRUGADA…)




Harry exhaló y se tiró sobre la cama. Rebotó un poco en el colchón, ahogó un vago quejido y se dio la vuelta sólo para atrapar la almohada y hundir el rostro en esta. Gimoteó otro par de segundos, antes de escucharlo suspirar.

—Está bien, ya te oí —Cuando se alzó, notó que Draco acababa de bajar el libro que sostenía y le echaba un vistazo por encima de los lentes de lectura que se le resbalaban por la nariz.

Harry estiró una mano para acomodárselos y él le agradeció en un murmullo para después hacer la pregunta.

—¿Por qué el espectáculo de Potty queriendo robarme mi título de reina del drama?

Al decirlo, apuntó en dirección a la pared contraria a su cama, donde colocaba los "trofeos". Tenía uno por jugar Quidditch con un equipo local, de concursos de pociones y un letrero enorme de un intenso amarillo y con luces en los bordes que lo declaraba "la reina del drama de la Academia Invisible". La repisa en el centro era para una corona de oro trasmutado mediante alquimia que se convertiría en hierro al menor roce; hasta entonces, relucía y lo llenaba de orgullo.

Harry contuvo la risa al recordar cuando Zacharias y él se la hicieron. Estuvieron dos días buscando y trabajando el hierro, sin magia, porque no podía haber recibido ni una pizca antes de la trasmutación. En realidad, era su modo de decirles que la vida de futuro Inefable era un poco más divertida si Draco se quejaba en voz alta frente a los profesores acerca de que no les dejaban tiempo para tener una vida.

—Nadie podría robarle su título, Su Alteza —contestó él, con una media sonrisa, recargándose mejor en la almohada para quedar de lado y observarlo.

Draco imitó su posición, lo que causó que estuviesen cara a cara desde diferentes camas con un espacio de un metro entre sí.

—¿Qué es? —preguntó Draco, en voz baja.

—¿Que es qué?

—Lo que obviamente quieres decirme.

Harry sonrió un poco más, sin notarlo.

, Draco y él solían llevarse mal, y no, claro que no fue fácil cuando se enteró de que tendría que aguantarlo también durante los cuatro años en la Academia Invisible, el hogar de estudio de los Inefables. Los espacios de la residencia se dividían en una pequeña sala, un laboratorio y un cuarto compartidos, organizados en conjuntos de tres o cuatro estudiantes. Evitarse hubiese sido imposible, a menos que quisiera probar un hechizo para fundirse con la pared, cosa que intentó.

No salió nada bien.

Resignado a que la mala suerte lo persiguiese incluso después de la guerra, Harry aceptó su destino como compañero de cuarto y laboratorio de un Hufflepuff "malvado" y un ex-Mortífago.

Apenas entendía cómo fue que una noche cualquiera Smith lo ayudaba a encender una televisión con magia, mientras Draco les leía la información de la película que verían.

A partir de ahí, sucedía al menos una o dos veces por semana. También hacían otras actividades, como estudiar juntos en la sala, ayudar al que tuviese dificultades en el laboratorio, cocinar juntos, acompañarse en los trenes que tomaban para abandonar el área desolada en que quedaba la Academia Invisible, que no admitía un método diferente de entrada y salida. Hablaban por las noches desde sus camas, se aseguraban de que los otros dos siguiesen vivos tras los exámenes y se daban una buena sacudida, con un par de gritos (de Smith), si alguno lo necesitaba para poner los pies en el suelo.

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