Las nubes tienen diferentes formas, por supuesto, la mayoría de las personas no son capaces de contemplar la lentitud que estas se desplazan ante la vida. Las diferentes formas que pueden adoptar solo pueden ser vistas por quienes saben observar, las nubes no son diferentes a las personas, las personas cambian, y la inocencia se transforma, adoptando una forma compleja y manchada.
Una compleja sensación.
Mi nombre es Himi Sato, tengo 18 años de edad. Todos los días, al llegar a clases, mis compañeros me observan detenidamente, como si de algún animal extraño se tratara. Analizan mis reacciones e incluso mis gestos faciales, y eso es porque a pesar de todo, yo sigo sonriendo. Ellos siempre intentan imponer miedo, pero todo aquello no es algo que me inquietara, pues sé como termina.
Normalmente recibo burlas y amenazas de ciertos chicos provenientes de otros salones, recibiendo cartas de amenazas y algunas trampas no muy agradables que suelo descubrir si procuro ser alguien observador.
Lastimosamente, me encuentro en un mundo lejano a mis expectativas de una vida escolar normal, en donde pudiese ser fácil relacionándome con gente distinta.
La sonrisa que se manifiesta en mí durante la jornada escolar, no permanece, pues, al llegar a casa todo vuelve a su tonalidad monótona y sombría, en donde los pensamientos se localizan, percibiendo aquello que es real, y lo que no. Finalmente, me dejo llevar en un lugar lejano a todo lo que solía conocer y sonreír.
Pero...
¡Himi es capaz con todo!
Cuando Himi sonríe, todo es radiante.
Mientras habían anunciado la hora del almuerzo, me quedé en mi pupitre, a la mayoría no le gusta acercarse a mí, así que lo consideré un punto a favor. La brisa que entraba al salón de clases revolvía mi cabello rubio, y al observar por la ventana, estaban mis compañeros relacionándose con otros, charlando y riendo ante situaciones triviales, de anécdotas amorosos y a la vez graciosos. Sin embargo, no podía dejar de transmitir un odio incapaz de cesar.
No había cosa más desagradable que escuchar sus risas, sus rostros cínicos... Ante cruel vista, mis pensamientos se transformaron en millones de fantasías satisfactorias, fantasías que solo yo podía manipular. ¿No es fascinante ser espectador ante la propia dicha de lo imaginativo? Pero, no es tan fascinante si decides ser el protagonista.
Un poco se sangre se había manifestado al morder mi labio inferior con tanta enemistad incrustada en mí, resulta que me encontraba inundado por aquel sentimiento concurrente que albergaba en mí cada vez que los veía. La mente humana es capaz de imaginar situaciones dichosas, como también nefastas, y al parecer, lo segundo se me hacía más atractivo de digerir.
De vuelta al mundo real, decidí comenzar a comer, y al dar una probada, la comida no sabía muy bien -normalmente yo me cocino-, pero cualquier persona que me observara, pensaría que lo disfruto sin duda alguna. El arroz blanco se encontraba algo quemado, y a las rodajas de zanahorias les faltó un poco más de cocción, no quiero pensar en lo otro... El huevo fue lo único que pareció satisfacer mis papilas gustativas.
El silencio que se presenciaba en el salón de clases, era armonioso. No había ruido, risas, voces, solo estaba yo, sumergido en un mundo que no era mío, mientras cerraba mis ojos, podía contemplar "todo".
Desafortunadamente, alguien interrumpió mi mutismo.
-¿Qué estas comiendo con tanto gozo?
Aquella dulce voz parecía cautivar mi atención, pero era inevitable seguir ignorando a aquella persona, solo para divertirme un rato.
-Disculpa, ¿Qué estas comiendo?
-Ah, ¿me estabas hablando? -sonreí y continué- Solo es arroz al vapor. Pero como estás viendo, no quedó muy bien hecho.
-Comprendo... Bueno, ¿por qué te molestas en cocinar? Perfectamente podría hacerlo yo... Sabes, te he observado desde hace mucho tiempo, y creo que Himi es bastante amable y lindo, siempre pensé en ti como alguien dulce.
-¿Tanto así? ¿Como un pastel de cerezas? Gracias por el cumplido, ¿quién eres tu?
La chica que había aparecido ante mis ojos era como un ángel, su mirada era casi como los pétalos de una flor en crecimiento, inocencia. Una inocencia que, quizá se corrompería ante la desilusión.
Una desilusión desecha ante el vacío, trastornándose en una sintonía oscura.
Había oído hablar sobre aquella chica, al parecer es alguien que es admirada por muchos de sus compañeros, tiene cabello largo, de un negro azabache que me había impactado, sus largas piernas perfeccionan su estatura. Suele ser amable, es dedicada a sus responsabilidades de estudiante y... Tiene unos grandes senos que son capaces de manipular a cualquier tonto embobado.
Mi respuesta era obvia.
-Qué bien se le da a usted el papel de chica buena.
Mi sonrisa alegre y despreocupada permanecía intacta. No importaba las burlas, los acosos y las amenazas, no hay algo más radiante que la demostración de seguir adelante, sin considerar el entorno en el que uno está, y sabía con certeza, que esta chica no era de fiar.
Tomoko Karu, una estudiante responsable que se dedica en sus tiempos libres a acosar a los chicos. Pero solo a aquellos que suelen verse tiernos y lindos, de rasgos delicados y afeminados. Existen rumores en torno a diversas situaciones desagradables, la han expulsado de dos escuelas anteriores por cometer tales crímenes. Al parecer, tiene una extraña obsesión con los chicos que se ven vulnerables.
Una inocencia ya corrompida hace bastante tiempo.
Una bella chica, que se deleita con la perversión.
De mi bolsillo derecho, saqué mi celular, y en seguida, le mostré sin inquietud una fotografía de la identificación verdadera de Tomoko. En ese tiempo, usaba anteojos y vestía con ropa ancha, por lo que tenía un perfil desapercibido ante los demás.
En el momento que sus ojos estallaron de estupefacción mientras observaba la fotografía, contuvo su ansiedad y agrego:
-Ten un buen día.
Los ojos de la chica reflejaron desconcierto mientras se iba caminando, pues, había descubierto su verdadera esencia después de un largo tiempo. Ahora su esencia anterior pasó a ser solo una parte de ti, una parte perdida.
Raudamente me levanté de mi asiento, y me acerqué a ella cautelosamente, sin que me notara.
-¿Me ves como un chico dulce? -Le sonreí por última vez- No te equivoques. Si haces un acto repulsivo con algún otro de tus chicos, te haré recordar lo dulce que puede ser el hilo de sangre salir en tu bello cuerpo.
Ningún estudiante se manifestaba, nadie nos miraba, y mientras el silencio permanecía, empecé a acariciar los senos de Tomoko Karu, escuchando sus suspiros, tocando su rostro, oliendo su cabello perfumado... Es divertido, sacar provecho de la situación.
-¿Qué sucede? ¿Tanto te gusto? Sucia.
-Por qué... -Suspiró.
-Voy a ensuciar su cuerpo, como lo ha hecho con otros pobres chicos, divulgaré su asqueroso rostro ingenuo... A menos que, sea usted inteligente y se aleje de ellos.
Su rostro desconcertado me miraba fijamente, como si de un fantasma se tratara.
Al día siguiente, Tomoko solo fue una de las bazofias que albergaban y deambulaban en este entorno, de vez en cuando, nuestras miradas se cruzaban, pero ella sabía que existía alguien más que sabía su secreto inmundo.
ESTÁS LEYENDO
Himi se enamora
Teen FictionHimi Sato es un adolescente creativo y fantástico para sus ideas, no es usual que preste atención a los acontecimientos de su vida diaria, sin embargo, recibe burlas y molestias por parte de sus compañeros de aula, por su conducta apaciguadora y ge...