La batalla había terminado... gane, después de tanto... gane. Mi cuerpo sentía pesado, mis músculos rígidos, estaba exhausto, la armadura me pesaba.
Caí inconsciente por el cansancio, con mi espada en la mano, no sé cuanto tiempo dormí, cuando me levante y salí a la alcoba vi el atardecer.
Voltee la mirada de nuevo a dentro de la habitación, aun viendo la batalla que había desatado en esta sala, la sala de un rey tirano, cuyo poder fue temido por todo el reino.
Su cuerpo estaba allí tirado, destrozado, recordé, que seguía golpeando su cuerpo, tras haber atravesado su corazon durante una dura pelea.
Me negaba a aceptar su muerte y con ello el fin de esta guerra; no por odio, venganza ni sed de sangre sino porque no había nada mas allá de esta pelea, no había nada para mi.
Escuchaba las campanas del castillo sonar, esas campanas anunciaban el comiendo del ciclo de primavera, época de cosecha, pero esta vez no era por el comienzo de la primavera, sino de la nueva era, una era sin un rey loco.
Los caballeros celebraban victoriosos, alegres y dichosos, abrazándose entre ellos, mirando al horizonte veía al pueblo, festejando en las calles, bailando y cantando.
¿Porque yo no festejaba también? La primera vida que tome fue antes de que supiera que realmente significa la muerte o asesinar, sostuve una espada antes de que supiera como sostener una pluma para escribir mi propio nombre.
Una espada forjada con un propósito, uno solo, mi destino, dirigido por la mano de mi señor, quien forjó mi filo, ahora que la espada ya ha cortado el cuello de su enemigo, ya después de haber derramado la sangre destinada a cristalisarse en el piso la espada deberá volver a su vaina.
Una espada cuyo filo fue específicamente para eso, solo eso, nada mas...
Camine alta el borde del balcón y me senté en el borde, apreciando la vista del paisaje, tratando de aclarar mis pensamientos.
Levante mi espada, contemplaba su filo, mi reflejo en su acero, manchas de sangre era observable al igual que mis manos, cubierta de sangre de muchos aquellos que sacrifique porque era mi destino, un destino encomendado por mi señor.
Pisotee muchas vidas, guerreros, traidores y también... gente inocente, me excuse con mi deber... pero ahora ya no tiene sentido.
Los días habían pasado, el trono ahora había sido ocupado por mi señor, yo, arrodillado ante él, pregunte ¿Cual es mi misión ahora? ¿Donde debe apuntar mi espada?.
La sorpresa se noto en sus ojos, se río y me felicito por mi lealtad, por mi devoción y voluntad pero que ya era hora de descansar "envaina tu espada y disfruta de la gloria que te has ganado".
¿Gloria, descanso? ¿Cómo podría hacer eso? Siento el peso de la sangre en mis manos, de tanta gente, tantos inocentes, miraba al frente y avanzaba sin importar a quien llevaba por delante.
Comencé a recordar sus nombres, su gritos de suplicas, de personas cercanas a mi objetivos, no me importaba pisotearlos para avanzar un poco más.
Compañeros me abandonaron por eso, a muchos de ellos termine por tomar sus vidas por indicios mios de traición... tal vez... solo querían ayudarme.
Los años pasaban, decidí seguir el consejo de su majestad, riquezas, gloria y mujeres, los tome, la gente me veía como un héroe, simbolo de este nuevo reino, aquel que los libero de la locura tirana.
Altos cargos, estomago y bolsillos llenos, la lujuria controlada por el tacto de doncellas, el favor de poderosos, y nobles que querían entregarme las manos de sus hijas en matrimonio.
Aun con todo ello... no me satisfacia, no, no era eso, sentía... sentía que esto no era para mi, no era yo, mi espada me llamaba pero no había nada que cortar, ningún objetivo por alcanzar, ningún destino por cumplir.
Solo era un vagabundo escapando de la noche, una polilla buscando la luz.
La criminalidad en el reino había vuelto de nuevo, aun no era lo suficientemente grande como para preocuparse, los verdaderos aumento en la criminalidad no se daría sino hasta unas décadas, cuando el reino ya se asiente después de la guerra, pero probablemente yo ya estaré muy viejo para pelear de nuevo y eso me molestaba.
Las familias de gran nobleza pidieron al rey organizar un evento primaveral, unos juegos para demostrar la fuerza de sus caballeros y el ejercito, el rey acepto la idea y así fue.
La razón de este evento era tranquilizar a las personas y asustar a los criminales pero en realidad no era así.
Las familias nobles estaban en conflictos por la distribución de tierras y riquezas después de la revuelta, esto era para demostrar su poderío y ganarse el favor del rey.
Claro yo termine en medio de eso, siendo el eje principal por ser el "héroe".
Participe, pero no fue satisfactorio para mi, demasiadas reglas y no podía rematar a mi contrincante, lo demás solo eran demostraciones por medio de marchas, manejo de artillería y otros juegos.
Yo ya había decidido dejarme llevar por los placeres mundano y así tratar de olvidar... de comenzar de nuevo, así que trate de disfrutar el evento.
Este evento primaveral se volvió muy famoso, por ellos comenzaron a surgir eventos similares entre los plebeyos, festejos en pueblos y aldeas, inclusive en las ciudades grandes del reino.
Por lo mismo, la fama de estos eventos llego hasta el bajo mundo, reportes decían que se organizaban peleas clandestinas a muerte, cualquiera que conociera los lugares adecuados podía acceder.
Esto llamo mi atención, como vagabundo que escapando de la fria noche encontrando una fogata donde descansar, como polilla que a divisado una luz a lo lejos.
No me tomo mucho encontrar a los responsables de estas peleas clandestinas, debía entregarlos a la justicia, pero termine por entra en una de estas peleas.
Después de mucho tiempo sentí de nuevo el peso de mi armadura, mi espada en la mano.
La arena en mis pies, cubierta de carne y sangre, ya casi había olvidado las chispas al chocar espadas.
Euforia y emoción, lo sentía en mi cuerpo, dolor, cansancio y tormento, era lo que quedaba después de cada pelea pero no podía alejarme.
Mi constante ausencia ya era notable, abolladuras en mi armadura y espada me delataba, pero no me fije en ello solo seguí como si nada.
Sin darme cuenta las sospechas y rumores ya me rodeaban, no podían hacerme nada, era un simbolo, una leyenda andante, necesitaban pruebas pero no eran difíciles de obtener.
Las evidentes pruebas, heridas, largas ausencias y mi distanciamiento los llevaron hasta mi pequeña arena sagrada.
Perseguido, atrapado y encadenado, tratado como un criminal mas, es lo que obtuve.
Encerrado en este calabozo en donde escribo estas palabras, aquí, atrapado conmigo mismo al fin pude verme.
Me di cuenta, lo que perseguía no era la luz, como un insecto, sino la oscuridad, yo nací bajo una espesa sombra, acostumbrado a vivir allí.
Me enseñaron a moverme en ella, aprovecharme y pelear en esa oscuridad pero nunca me enseñaron a que hacer una vez fuera, no me enseñaron a usar mi ojos en la luz.
Como cualquier criatura que vivió en la oscuridad la luz me dañaba, cegaban mis ojos y quemaba mi piel, huí hasta una pequeña sombra donde creí que podía refugiarme.
Pero el daño ya estaba hecho, ya no era el mismo y no había razón para siquiera seguir buscando.
Uno de los guardias me hablo, dijo que los peces gordos se reunieron para decidir mi destino, que entre ellos habían muchos que me envidiaban por mi poder y fama, y que el rey estaba muy decepcionado y furioso.
Lo mas probable es que me condenen a muerte por traición pero no pueden matarme en publico por mi simbolismo, así que moriré aquí donde estoy sentado.
Desearía morir en el campo de batalla con mi espada o de la mano de mi señor, con honor, es demasiado bueno para mi.
Moriré sabiendo que decepcione a mi señor, moriré sin honor, sin gloria y habiendome perdido a mi mismo, o tal vez... nunca tuve la oportunidad de conocerme.
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Cenizas de un héroe
FantasyUn relato de un guerrero perdido en el final de su camino. (Se me ocurrió de repente y no tenia nada que hacer así que lo escribi)