Isis Marchen la marquesa Marchen. Una mujer con modales impecables y una sonrisa encantadora. Una noble que aceptó cuidar del segundo príncipe cuando muchos nobles se habían negado. Ella simplemente decía:
“Claude es un niño encantador.”
El hijo de una sirvienta que llamó la atención del emperador. Un príncipe reconocido por el emperador, pero fue abandonado por su progenitor. Por supuesto que Claude deseaba tener una figura paterna y materna.
El rechazo de su padre le hacía sentir una opresión en el pecho y ver como su madre decaía día a día lo hacía sentir aún más miserable.
Pero un día llegó ella, esa mujer con un largo cabello rosado, con unos ojos esmeraldas y una cálida y acogedora sonrisa a ilumirale los días. Por primera vez en su vida sintió lo que era recibir el cariño de alguien más. No deseaba que esa hermosa mujer se separara de él, quería que ella este siempre a su lado sonriendo.
Isis, oh mi linda mariposa. ¿Por qué no abres tus hermosos ojos? Despierta, para que pueda contarte sobre el nuevo libro que he leído, felicítame por mis buenas habilidades en esgrima y con el control del mana. Isis, aún me apena llamarte por tu nombre, tu siempre me llamas por el mío sin avergonzarte, pero yo siento que aún no me he ganado ese honor.
Despierta, porque sinó me desesperaré y no se como controlarme. ¿Por qué me dejas sin avisar? Es doloroso. Prefiero recibir miles de apuñaladas a cambio de que despiertes.
Abre tus ojos nuevamente y sonríe para mi. No importa si tengo que esperar una eternidad, pero nunca te vayas de mi lado.
¿Qué debo de hacer? Me siento como un niño que apenas aprende a caminar y conoce el mundo exterior.
Mi hermosa mariposa, haré este imperio un mejor lugar para ti.
—¡Estás completamente loco!—El gritó desgarrador de Anastacius se escuchó por el salón.
—Anastacius. No te preocupes, no te dolerá.—Los ojos de Claude brillaron peligrosamente.
—¡No me toques!
—Solo haré de este imperio un mejor lugar para ella.—La sonrisa de Claude era escalofriante. Si no estuviera sonriendo en esta situación cualquiera diría que su sonrisa es bonita, pero ahora se veía como un psicópata.
—¿Que demonios crees que haces? ¿Todo por una mujer? No me hagas reír.
—¿Por qué no? Tu sacrificarías a tu amada por el imperio, pero yo sacrificaría el imperio por ella.
—Estas demente.
—Además, de ambos el más adecuado para tener el trono soy yo. Mis habilidades son superiores a las tuyas y tú lo sabes perfectamente.
—Bastardo.—Anastacius corrió hacia Claude con el puño cerrado y el menor lo esquivó fácilmente.—¿Es por Isis? Ella es solo una mujer idiota a la que le diste pena.
—Obelia no necesita gente corrupta como tú.—Claude no dudó ni un segundo y le clavó la espada en el pecho a su hermano mayor.—No permitiré que digas su nombre tan a la ligera, tu no eres digno de hacerlo.
—Eres un idiota...—Susurró Anastacius, luego su cuerpo cayó sobre Claude.
—Que desperdicio de últimas palabras.
Una vez que Anastacius dió su último respiro, Claude apoyó lentamente el cuerpo en el suelo.
—Ahora tú.—Claude miró fríamente a su "prometida".—¿Qué se siente? ¿Te divertirse abriéndole las piernas a mi hermano en mi cara?—Claude se acercó hacía ella y la tomó de la mandíbula.—Tonta Penélope, pudiste haberte conformado con lo que tenías, pero tu codicia es mucho más grande. Y mira a dónde te llevó, a la miseria.
—Perdón—Lágrimas caían de esos ojos verdes oscuros.—Perdóname Claude.
—Mi amada me enseñó a no lastimar a las mujeres, tienes suerte. Dejaré que el bebé que se encuentran en tu vientre nazca, pero luego tú morirás. ¿De acuerdo?
Penélope cayó de rodillas al suelo. ¿Cómo podía él ser tan cruel de decir todo eso con una sonrisa en su cara? Ella moriría.
—Felix.
—¿Si majestad?
—Llévala al Rubí.
—En seguida majestad.
—¡No! ¡Ten piedad!—El caballero se llevó a la mujer y Claude podía escuchar los gritos de ella estando fuera del salón.
—Que mujer ruidosa. Que agradezca que le dejo tener a su hijo.
Penélope lloraba desconsoladamente en el cuarto. ¿Por qué todo salió así? Ella debía ser la emperatriz y Anastacius el emperador. ¿Cómo es que ese príncipe ilegítimo los derrotó fácilmente?
—Claro. Debo seducirlo y así me convertiré en emperatriz.—Sonrió mientras se mordía su pulgar.
—¡Lady Penélope!—Una criada entró en los aposentos.—¡Que bueno saber que está bien!
—Gabriela, ¿Cómo es que estás viva?
—El emperador me ordenó venir a verla para cuidar de usted.
Penélope empezó a reír confundiendo a la criada.
—¡Él aún me ama! ¡Por supuesto que no podía desechar sus sentimientos por mi de la noche a la mañana!
—Lady Penélope usted es muy sabia.
—Por supuesto. ¿Cómo piensas que llegué aquí?
Penélope estaba segura de que lo lograría. Si logró seducir al príncipe heredero, ¿quién dice que no lo haría con el emperador? Después de todo Claude siempre la amó.
Ningún hombre se puede resistir ante su belleza y Claude tampoco lo hará, ella será la emperatriz cueste lo que cueste.
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𝐁𝐔𝐓𝐓𝐄𝐑𝐅𝐋𝐘
Historical Fiction-Si toco tu mano, ¿Te perderé? Tengo miedo de que eso suceda. ➳ prohibido copias/ adaptaciones ➳ créditos al autor original de princesa encantadora