Todo paso muy rápido, fue demasiado para la percepción. Fueron miles de emociones y cientas de pulsaciones. Simplemente apareció ahí, una desición que daría sentido de nuevo a lo que era y lo que soy.
Y aunque era lo que quería simplemente no podía, ella era demasiado y yo demasiado poco para ella. Su cabello, sus ojos, su rostro, tallados por un escultor de primera, tenía un regalo divino. Al instante lo noté, nuevamente caía en el mismo error que cometí una y otra vez, empezar la carrera antes de la señal. Solo que cuando quería dar el primer paso mis piernas dejaron de funcionar, al intentar pedir ayuda mi garganta se cerraba.
Pura desesperación y coraje, la necesitaba, aunque ella no a mi. Las miradas iban y venian, me estaba volviendo loco. Verla era mejor que apreciar una aurora boreal. Por más calor que había en el lugar yo solo sentía frío, era tan perfecta, demasiado perfecta para un hombre como yo.
Cuando por fin mi garganta aflojó, solo torpezas salieron de ella. Todo mi orgullo yacia fragmentado en el suelo. Y mi alma se la había llevado la oscura noche.
Pero ocurrió un milagro, me dejó continuar balbuceando torpemente, quizás solo por compromiso. Pero si se da la oportunidad y si el coraje vuelve alguna vez, será diferente, lo prometo, mi madre no crio un cobarde, nací porque no tenía miedo de morir, y moriré feliz sabiendo que vivi.
De momento solo pienso, quizás soy muy intenso, pero no puedo parar. Las ideas van y vienen y estoy pasando todo en camara lenta aún.