Angel 天使

La mañana de un miércoles en julio

El sol matutino iluminaba todo a su paso, a lo lejos se observaba a los niños jugando y la gente paseando en el parque.

En su auto, Katsuki manejaba por la ciudad, comenzaba a ser un día caluroso, eso podría afectar al ramo de flores que llevaba en el asiento del copiloto, hace mucho tiempo que no la visitaba, no podía llegar con un ramo maltratado.
No se había dado el tiempo de ir a verla, y se sentía culpable por eso.

A su mente vinieron recuerdos, un miércoles, una mañana de julio, el día que se dijeron adiós...
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Bakugo regresaba a su hogar, finalmente había logrado que su bella esposa aceptara una cita a cenar, hace bastante tiempo que no salían juntos, el trabajo por parte del rubio no se lo habían permitido.

Por su parte, su querida Deku no se sentía cómoda en lugares muy concurridos, especialmente ahora con su abultado vientre de casi 8 meses de embarazo.

Sin duda esta cena sería especial, cumplirían 5 años de casados. Pero ambos saben que han estado juntos mucho más que eso.

Prácticamente se conocen de toda la vida, sus madres fueron amigas, por lo que ellos debieron convivir toda su infancia.
Desde el jardín de niños a la escuela media, estuvieron juntos uno al lado del otro, esa pecosa y llorona niña lo seguía a donde fuera, lo admiraba y amaba pasar tiempo con él.
Así fue hasta la preparatoria, cuando el rubio debió mudarse con sus padres, producto de su trabajo, perdieron contacto por muchos años.

Sin embargo, se encontraron nuevamente una fría noche en Tokio, hace meses que Katsuki había comenzado a vivir solo en la ciudad.
Constantemente se la pasaba estudiando en cafeterías hasta altas horas de la noche. Esa noche no fue distinta, caminaba a su casa bastante agotado, cuando vio que unos hombres trataban de asaltar a una chica, corrió hacia ellos golpeándolos, pero el cansancio le pasó la cuenta y esos malditos habían logrado devolverles unos cuantos golpes. Los hombres escaparon cuando la chica amenazo con llamar a la policía.

Ella lo ayudo a levantarse y curó su rostro, para Bakugo ese rostro era el de un ángel, ese cabello verde, esas pecas y esos hermosos ojos.

-No debiste arriesgarte así, Kacchan- Esas palabras lo devolvieron a la realidad, solo una persona en el mundo lo había llamado así, y claramente esa persona era su Deku.

La muchacha se había mudado recientemente a la ciudad. Poco a poco fueron acercándose.
Formalizaron su relación ante sus padres, los cuales estaban realmente felices por ellos.

Cuando ambos egresaron de la universidad, comenzaron a vivir juntos, no le llevó mucho tiempo al rubio armarse de valor para pedirle matrimonio a la pecosa, sabía que estaba loca por él. Deku aceptó más que gustosa, había llorado de la emoción durante toda la noche, observaba do el hermoso anillo en su dedo.

Se habían casado en un pequeño prado a afueras de la ciudad rodeado de bosques, al atardecer, cuando el verde de los árboles se unía con el naranja del cielo.

Luego de tantos años, por fin habían decidido tener hijos, aunque el rubio no lo aceptara, siempre lo deseo y ahora, faltaba poco más de un mes para conocer a su hijo, al fruto de su amor.
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Detuvo su vehículo en el parque cerca del mirador, paró el motor un momento mientras bajaba las ventanillas del auto.
Camino hacia ese gran cerezo, los pétalos se deslizaban con el viento, parecían bailar, igual que ellos en su boda.
Katsuki paso su mano por el gran tronco, la enorme herida en él parecía estar sanando.
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En casa, Deku aún no estaba lista, sin duda su enorme vientre no le ayudaba mucho.
Estaba bastante deprimida, Llevaba más de 20 minutos tratando de encontrar que ponerse y nada le cerraba, seriamente había pensado en cancelar la cita.

-Ni siquiera lo pienses- Habló el rubio cuando vio a su esposa tendida en la cama. -Esa cita no se cancelará-.
-Pero me veo horrible con todo- Lloriqueo la chica.
Bakugo se acercó a besar tiernamente en los labios a su Deku y luego bajo hasta su vientre -No enfurezcas a tu linda madre- habló tiernamente.

Ella no pudo evitar sonreír y llorar de la emoción ante tan tierno acto, se levantó con ayuda de su marido y juntos se arreglaron para salir

Subieron al vehículo en dirección al restaurante.
Tuvieron una linda noche, era un lugar tranquilo con buena comida y música. Una excelente velada romántica.

Se dirigieron nuevamente a su hogar, la pecosa dormía en el asiento del copiloto, sin duda necesitaba descansar.
Katsuki acarició la mejilla de su esposa mientras esperaba que el semáforo cambiara a luz verde.

Ya en casa, bajo a la peliverde en sus brazos y la recostó en la cama, tiernamente besó su mejilla y se acostó a su lado.

Tuvieron un fin de semana tranquilo, y continuaron nuevamente con su semana laboral.
Ese día miércoles el rubio besó los labios de su amada y luego su vientre, como de costumbre, diciendo un cálido "adiós Deku, adiós bebé" nos vemos en la tarde.
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Subió nuevamente al vehículo encendiendo el motor, afirmó su cabeza en el volante durante un momento, suspirando.
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La pecosa mujer ordenaba las cosas en su hogar cuando recibió una llamada, al parecer su esposo había tenido un accidente en la oficina, lastimándose el tobillo.
Tenía que ir a buscarlo, aunque él gritara que no necesitaba ayuda, ella sabía que así no podría manejar, tomó su vehículo y se dirigió a la oficina del rubio.

Detuvo su auto en el semáforo enviando un mensaje a su orgulloso esposo.
La luz cambio a verde, avanzó con calma.

El golpe de un camión y el ruido al chocar contra el árbol, fue lo último que pudo oír.
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Levanto la cabeza y puso en marcha su vehículo, continuó manejando hasta llegar al lugar donde se habían unido, donde los verdes árboles parecían acariciar el naranja atardecer.

Bajó del auto, con el ramo de flores en un brazo.
-Lamento no haberte visitado antes Deku- dijo mientras ponía las flores sobre la placa tallada en la piedra.

-Eres mi ángel, te amo y te amaré por siempre- Unas lagrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas.

-Gracias por hacerme tan feliz, gracias por darme una familia- Habló mientras observaba los grandes ojos verdes y el rizado caballero rubio de la pequeña en sus brazos.
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