CAPITULO 1

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Alguna vez te has preguntado, ¿cómo sería estar en el infierno?

¿Qué situación en la vida real podría hacer una representación a el?

Tal vez mi vida sería una buena representación.

Tal vez digna de un Oscar.

Era lo que mi mente se preguntaba mientras pasaba la esponja por mi cuerpo lleno de suciedad.

La suciedad que intentaba sacar cada noche de mi cuerpo.

Tú sabes cómo hacerlo.

Repetía mi mente.

Claro, sería tan fácil como lo hizo mi madre, huir del monstruo llamado esposo, o en mi caso, la bestia que se hacía llamar mi padre.

Cada día después del trabajo al que estaba forzada a ir por mi padre, al regresar me esperaba otro trabajo.

Algo que detestaba.

Claro, ¿quién podría amarlo?...

—¡Auch — me queje al pasar fuertemente la esponja por el moretón en cadera. Dolía demasiado.

Las lágrimas salían de mis ojos al recordar su procedencia...

Los golpes en la puerta me sacaron de mis pensamientos.

—¡Mueve tu trasero, que no colaboras con los pagos de la casa querida! —gritaba Arturo, mi padre.

Con miedo conteste.

—L-lo siento, ya voy— escuché sus pasos alejarse al momento en que terminaba de quitar el jabón de mi cuerpo.

Rápidamente cerré la regadera, tomé la toalla de baño y delicadamente secaba mi cuerpo como si de porcelana se tratara.

Después de poner un poco de crema, colocarme mi ropa de dormir y cepillar mi cabello, me recosté finalmente en mi cama.

Cuando por fin estaba a punto de dormirme, mi puerta se abrió de repente.

Con miedo me aferre a mi cobija mientras lo veía entrar.

—Mañana tendrás mucho trabajo —mencionaba mi padre al sentarse en la silla de mi escritorio.

—N-No por favor —le suplicaba mientras de mis ojos corrían lágrimas.

Inmediatamente él se levantó enojado y tomó mi mentón con fuerza, lastimando con toda intención.

Sus ojos me miraban con rabia.

—Claro que, si cariño, —reía cínicamente —tienes que seguirme pagando por todo lo que he hecho por ti, ¿recuerdas?

Con lágrimas asentí.

--Quiero que te pongas hermosa como siempre, y recuerda tapar esas marcas, ¿de acuerdo?

Asentí con miedo.

--De acuerdo, buenas noches querida.

Me soltó bruscamente y salió de la habitación.

Con miedo me levante de la cama y cerré la puerta con pestillo, no confiaba en que volviera.

Me recosté en mi cama y dejé salir todo lo que sentía.

Cada noche en mis rezos a Dios le preguntaba, ¿Qué había hecho yo para merecer esto?

¿Qué más pruebas me pondría Dios delante para poder superarlas?

Todo esto tenía que acabar, o yo mismo lo terminaría.

Cerrando mis ojos aún con miedo de que volviera, logré dormir unas cuantas horas.

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⏰ Última actualización: Jun 09, 2022 ⏰

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