Capítulo 1

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Hay un capítulo antes por si te salió primero este. 


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Hilary


Por extraño que parezca, tengo una alarma en especial para los domingos. Siempre tengo que despertar a las nueve en punto para realizar mis actividades antes de comenzar mi semana de estudios. Soy una chica precavida.

Mi rutina dominical comienza con poco de café caliente ya que anoche me mojé con la llovizna que cayó en cuanto llegué a la residencia. Estoy en pijama y veo un programa que suelen pasar a esta hora los domingos con una pequeña televisión que mi padre nos regaló. Tengo que relajarme antes de comenzar con mi rutina.

Anoche mi amiga no llegó, pero sé que está bien. Y después de pensar en eso, la puerta se abre y veo a una chica con el maquillaje corrido y su cabellera castaña hecha un desastre.

—No me veas —menciona mientras bosteza y se deja caer a un lado mío en nuestro pequeño sofá.

En cuanto la veo me percato de las marcas que tiene en el cuello, al parecer tuvo una noche salvaje a lado del doble de Michael B. Jordan.

—La verdad sí te ves un poquito mal —le digo después de darle un sorbo a mi café—. ¿Quieres un poco de café?

—Sí. Por favor.

Me pongo de pie para prepararle una taza de café. Mientras lo hago la miro de reojo y veo como arroja los tacones a cualquier lado de la habitación, y luego se cubre con una frazada. Solo niego divertida y me aproximo a su lugar.

—Gracias —me dice mientras toma la taza.

—Mejor ni te pregunto cómo te la pasaste. —Me dejo caer a un costado suyo para ver la televisión.

—Salió mejor de lo que esperaba —admite con una sonrisa—. El tipo no está nada mal, y claro que vamos a tener una segunda cita.

—Ese tipo tiene nombre. Se llama Aslan.

—Cierto, ya ni lo recordaba. Y claro que también vamos a ir a muchas fiestas, eso dijo él.

—Eso es bueno, solo espero no volver a ir contigo.

—Ay, amiga, lo siento —menciona y gira su cabeza a mi dirección con un semblante de arrepentimiento.

—No sé cómo te tolero, no es la primera vez que me haces esto. Por cierto, la policía fue a detener la fiesta, no sin antes de que unos tipos intentaran drogarme.

—¡¿Qué?! —Da un brinco de la impresión, además de abrir los ojos de par en par y comienza a tocarme el rostro—. ¿No te hicieron algo más? ¿Estás bien?

—Descuida, estoy bien.

—Ahora sí me siento fatal por haberte dejado. —Se deja caer en el sofá—. No me quiero ni imaginar si algo más hubiera sucedido.

Inolvidable desastre [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora