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Sol III no era el lugar favorito de Ksar, los seres humanos eran una raza con demasiados pensamientos, ideas, sentimientos, emociones y ninguno de ellos estaban protegidos de poderes como los de Ksar, él podía oír todo lo que ellos tenían en sus mentes, desde lo bueno hasta lo malo; y aunque en general no entendía la mayoría de ellos, aun así, era muy fácil meterse en sus cabezas y eso no era algo muy conveniente cuando solo iba a la Tierra por temas de trabajo.

El clima de Londres tampoco ayudaba, era muy frio y lluvioso, todo siempre estaba húmedo y complicaba moverse por cualquier lugar sin sentirse asfixiado, eso sin sumarle que era de otra especie y el clima en la Tierra podía ser difícil de soportar para seres como él.

Suspirando, Ksar entró en una cafetería, el chip de traducción todavía tenía fallas, pero había aprendido a identificar las cosas básicas de la Tierra: saludos, preguntas, nombres de sitios como estos. El lugar donde entró era el único donde iba después de sus reuniones, era discreto y casi siempre estaba vacío, podía relajarse antes de volver a Calluvia -los viajes por el teletransportador podían ser agotadores- y también porque le gustaba el sabor al café, no era parecido a nada que tuvieran en su planeta.

La chica detrás del mostrador seguía siendo la misma de la última vez, ella siempre le sonreía a Ksar y la charla que mantenía con él era monótona y rápida, lo suficiente para que el chip de traducción reconociera las palabras. Ksar no estaba orgulloso de haber husmeado en la mente de la chica, pero las primeras veces ella siempre parecía tan nerviosa cuando él se acercaba, al final sus sentimientos sobre Ksar eran contradictorios: lo encontraba atractivo, pero también su aura lo asustaba, ella creía que él venia de alguna clase de iglesia. A él eso le divertía.

La barista le sonrió mientras anotaba su pedido, Ksar le dio las gracias y un asentimiento de cabeza antes de dirigirse a la mesa que ocupaba siempre.

La campanilla sobre la puerta de entrada sonó.

—El café es malo, Jared dice que no es bueno tomarlo tan seguido —el chip de traducción captó la charla porque no había otras personas alrededor de Ksar.

—Tomarlo una vez por semana no es "tan seguido" y Jared es un poco exagerado, lo sabes —.

Las voces se escucharon con más claridad y Ksar vio caminar a dos personas que se sentaron en una mesa cerca de la suya, solo debía levantar la vista para verlos completamente.

Eran dos hombres por lo que pudo distinguir, ellos parecían bastante metidos en el debate de por qué ciertos alimentos eran buenos y otros no, todo respaldado por el conocimiento de un tan Jared.

Cuando uno de ellos gruñó y golpeó la mesa mientras el otro se reía, Ksar no pudo evitar levantar la vista.

En una mesa, no muy lejos de la suya, había dos chicos jóvenes, ambos tenían una contextura física similar, solo que donde uno era rubio y delgado, el otro tenía el cabello oscuro y un poco más construido; Ksar observó a este último, algo en él era... atrayente, aún se estaba riendo mientras murmuraba y apuntaba al rubio. Ksar no pudo apartar sus ojos.

Puede que a él no le gustara el planeta Tierra, y que en general los seres humanos lo irritaban, pero Ksar sabia reconocer que alguno de ellos eran atractivos, quizás eran las similitudes con su propia especie o la pura curiosidad, pero él podía reconocer que había mirado a más de un ser humano, pero nunca encontró a uno tan atractivo, este chico, sentado a metros de Ksar, era sin dudas el ser humano más hermoso que él había visto

Cuando sus miradas se encontraron, Ksar quiso apartar la vista, pero el color de los ojos de aquel chico no lo dejaron, eran tan diferentes y atrayentes, no se podía comparar con nada que él haya visto en la Tierra, solo había visto un color verde como aquel en piedras preciosas de otros planetas, todos alejados de este. Quizás el chico no era humano.

K, come right backDonde viven las historias. Descúbrelo ahora