¡Hola!
¿Cómo estás?
Yo pensaba que jamás iba a volverte a escribir, corazón. ¿Qué rápido cambian las cosas, no crees? Pero en fin, ¿Qué dice tu vida?, ¿Has estado haciendo las cosas que te hacen feliz?, ¿Sigues comiendo pizza en el desayuno? Espero que no, eso no es demasiado sano y me sigue preocupando que te haga daño a futuro. Ya han pasado más de 6 meses desde que definitivamente corté comunicación contigo, supongo que ha de haber sido algo impactante que te bloqueara de mis redes sociales, ¿verdad, Iván?
Todo tiene una razón: Durante el primer período que me dejaste comencé a tomar terapia para poder superar lo que fuimos, o sea, jamás me pediste ser tu novia o fuimos algo formal pero me mandaste a terapia. Jajaja, si mi psicólogo llega a ver esto probablemente le haría gracia y después de eso tomaría más sesiones y en cada una de ellas hablaría de ti. ¿Sabes? Mis primeras sesiones de terapia me la pasaba hablando solamente de ti, de lo mucho que quería estar bien para poder iniciar algo contigo bien, para poder estar a tu lado y ser felices. Estaba sumamente emocionada: un futuro a tu lado en el que la paz mental, la tranquilidad, la estabilidad económica y el amor fueran la base de una relación... Era mi más grande anhelo.
Luego mi terapeuta me sacó de esa nube idealista.
Comenzamos a trabajar lo que realmente quería para tener una buena estabilidad emocional y sentirme bien conmigo misma. He de admitir que al principio me la pasaba llorando porque quería verte y deseaba con todo mi corazón que el tiempo pasara deprisa. Poco a poco me di cuenta de que la realidad era otra: tú ya no me querías y no deseabas estar conmigo.
En una de la sesiones reviví el momento más doloroso que pasé a tu lado: tu rechazo.
Recuerdo que aquella vez, después de que me terminaras por mensaje, saliendo del trabajo me fui rápidamente a tu casa. Muy pocas veces había ido a tu casa y estado ahí, creo que solamente había visitado tu hogar como unas tres veces, recordar la dirección y el como llegar era lo principal. Me sentía demasiado desesperada, sentía que si no llegaba te iba a perder para siempre y yo no quería perder a mi Sol, mi amada luz que me daba calor y me arropaba cuando me sentía sola. No me iba a dar el lujo de perder al hombre que más había llegado a amar y que en tan poco tiempo me había enseñado tantas cosas. Aún me salen pequeñas lágrimas al recordar eso. Me las arreglé para recordar el como tenía que llegar a tu casa, no tenía dinero en efectivo para tomar el camión que me habías dicho algunas veces, así que tomé la decisión de irme en el transporte más barato: el transporte colectivo metro. Todavía me acuerdo que le había pedido al Sr. Navarro que si sabía más o menos como llegar a la estación más cercana tu casa, me dio unas cuantas instrucciones y yo corrí a seguirlas.
Sentía como cada minuto se me deslizaba de las manos, no quería llegar después de ti, tenía miedo de que ya no me recibieras. Te mandé mensaje por Instagram de que te iba a ver a tu casa, para este punto ya me habías bloqueado de Whatsapp y de Facebook, tú me habías contestado que no querías que llevara problemas a tu casa y yo insistí diciendo que no tenía la necesidad de pasar, con que me recibieras en la esquina y pudiéramos hablar era más que suficiente para mí.
¿Sabes? Tenía fe de que cambiaras de opinión... Fui demasiado ilusa.
Después de llegar a la estación que me habían dicho para bajar, corrí entre muchísimas calles, estaba lloviznando. ¿Recuerdas que te había dicho que odiaba con todo mi ser el frío? Pues no había sentido una noche tan fría como la de aquella vez. Mientras corría podía sentir todo el viento helado tocarme la piel. Odié ese momento. Pero aún así todo valía la pena si podía hacerte cambiar de opinión.
Te mandé otro mensaje: "Te juro que sí llego" y te mandé mi ubicación. Recibí una respuesta casi inmediata, eras tú diciéndome que no podía ir a tu casa, que qué diablos estaba haciendo, yo te contesté que quería respuestas y que quería que me dijeras en la cara las cosas, yo te pedía que nos diéramos otra oportunidad y tú me decías que no, pero yo seguía insistiendo, insistí tanto que cediste con un mensaje en el que me hiciste prometer que tomaras la decisión que tomaras yo la tenía que aceptar y accedí. Me dijiste que pidiera un Uber mínimo y que tardabas más tiempo en llegar. Nuevamente accedí.
Escribo todo esto mientras sigo en el trabajo y ya casi es hora de salir, después te sigo escribiendo todo lo que pasé esa noche, una de nuestras últimas noches. Cuídate mucho, Iván. Come bien. Espero que tengas un bonito fin de semana y que en el trabajo te vaya bien.
- Mar.
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Cartas al hombre que extraño
RomanceEstas son una serie de cartas que Mar le escribe a su persona especial: Iván. Mientras avancen las cartas más saldrán a flote el porque ya no están juntos y el como ella tomó la decisión de ya no pertenecer a su vida y dejar que las cosas fluyan. S...