"Al final las almas gemelas se encuentran porque tienen el mismo escondite "
Robert Brault.Pase mi dedo por el puente de mi nariz para acomodar mis lentes, respire profundo y seguí concentrada en mi lectura. Tenía que terminar mi tarea antes del amanecer. Si no me hubiera quedado viendo series toda la tarde quizá no tendría que desvelarme, pero ahora son las 4:00 a.m.
Dos páginas más...
Dos páginas más...
Eso era lo que me faltaba para terminar mi tortura. Tomé un sorbo más del café que ya estaba helado. Ya estaba cansada, me dolía la cabeza y estar sentada ya estaba molestando mi columna, por lo que me exigí apresurarme más y terminar.
Cuando al fin terminé, ví la hora 5:32 a.m. Aún tenía tiempo para dormir, puse la alarma en mi teléfono, y me entregué a los brazos de morfeo.
—¡Kisay, llegaremos tarde, ya despierta— gritaron afuera de mi cuarto.
A cómo pude ví la hora, y efectivamente ya era tarde, muy muy tarde.
Salte de la cama, y fui directo al baño, tenía ojeras muy grandes parecía que iba a evolucionar en un oso panda.
Bañarme o no bañarme, esa era la cuestión; opte por cepillarme los dientes y lavarme la cara. Me cambié, y recogí mis cosas.—Casi, no despiertas— dijo mi mamá haciendo una mueca con su rostro.
—Ni se te ocurra desayunar, vamos tarde—Callie agarro mi brazo sacándome de la casa.
El frío aún era presente a pesar de que ya casi entrabamos a verano, tanto que puso mi piel de gallina.
El camino al colegio no era muy largo, vivía en un pueblo pequeño, con muchas áreas verdes, justo para ir al colegio debía pasar por un sendero en un pequeño bosque. Los grandes árboles se elevaban tan alto que mis ojos no podían ver su final, sus hojas con un verde muy vivo, y se veía precioso cuando el sol se reflejaba en sus hojas con pequeñas gotas de agua.
—Si sigues viendo el cielo te vas a caer—Callie me vió con indiferencia—. Ya vamos a llegar, mejor recoge un poco tu pelo.
Miré al frente y tal como dijo, ya estábamos por llegar.
Pasar nuevamente por esos grandes muros, parecía más una cárcel que un Instituto. Muchos ya estaban afuera hablando, y otros simplemente escuchado música.
—Cuidate— fue lo único que me dijo mi hermana antes de tomar otro pasillo.
Tomé las cuerdas de mi mochila y me dirigí a la cuarta planta. ¿Por qué tenía que ser hasta la cuarta? Hacer ejercicio en ayuna no era mi actividad favorita.
Cuando al fin llegué quise sentarme ahí mismo para poder descansar, pero una alarma en mi reloj me avisó que en dos minutos iban a iniciar las clases. Camine lo más rápido y entre al salón.
Habían pocas personas adentro, algunos estaban con sus teléfonos, y otros durmiendo.
Camine sin hacer mucho ruido para no hacer escándalo, odio tener a muchas personas mirándome.
Llegué a mi asiento pero ahí yacía una mochila color negro.
—Pero-
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Fuimos Estrellas Fugaces
Teen FictionSi no podemos estar juntos para siempre entonces seamos Estrellas Fugaces