𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟐

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AGATHA LUV

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AGATHA LUV

La concha de su madre.

¿Había visto un hombre tan hermoso como el que tengo ahora frente a mí? Jamás. Nunca.

Llevaba una camisa blanca junto a una corbata azul marino, estaba cerrada hasta el último botón y aun así notaba lo fuertes que eran sus brazos, no era enorme, pero tenía músculos detallados o al menos eso podía ver. Sus mangas estaban desabrochadas y subidas en dos dobleces que no veía acabar nunca. Subí los ojos un poco y me topé con su rostro, el que parecía tallado por los mismos ángeles.

Sus cejas eran levemente arqueadas y castañas, tenía unos ojos grandes algo rasgados y de un color hermosísimo que no podría olvidar nunca, el color alrededor de sus pupilas era verdoso, pero hacia el exterior se iban haciendo cada vez más azules. Su nariz no era pequeña ni grande, era perfecta y refinada. Sus labios no eran tan gruesos, pero tenía un arco perfecto.

Dios, mírame a los ojos y dime que este hombre es para mí.

—¿Se encuentra bien, señorita?

Diría que siento que me corren lágrimas por las piernas, pero sería de mal gusto. Me miraba con una mueca de burla, se notaba a leguas que estaba aguantándose la risa y quien sabe por qué. Guardé mi brocha y los polvos en el pequeño bolso que llevaba. —¿Se ríe de mí?

—No, claro que no. —Retomó un aspecto de seriedad y fue tanto el cambio que sentí los vellos de mi cuerpo erizarse por completo. Y no solo esos —. ¿Eres Agatha, verdad? —Asentí tal animalito rescatado, de esos que con el mínimo cariño se quieren ir con esa persona —. Adelante, por favor.

Se hizo a un lado, dejándome así el espacio suficiente para pasar a su lado. Lo medí con la mirada, debía ser un metro noventa de puro éxito y guapura. Sus pestañas caían como velos negros sobre sus brillantes ojos.

—¿Opina lo mismo que yo, señorita Luv?

Veía como sus labios se movía, pero no había puesto atención a lo que decía, pero se veía importante, que me hizo volver a poner los pies en la tierra. Aunque sinceramente me gustaría tenerlos sobre sus hombros.

—¿Si?

Regresó su mirada a la mía, él había estado mirando a otro lugar, pero estaba muy ocupada viendo sus pestañas como para haberlo notado. Diablos, es psicólogo, sabe a la perfección el comportamiento de la gente y yo aquí como tonta tratando de mentir.

—Miento, no sé qué fue lo que me dijo...

—Entiendo, no te preocupes. Es algo que suele pasar.

Puta madre. Estoy demasiado nerviosa.

Si juzga mi trabajo, entonces estoy jodida. Según las referencias en su perfil de Facebook, era el mejor profesional que pudiera haber en este lado del continente y sería una lástima ir con otro, sin decir, que me daría tristeza no poder ver más a este bombón de cabello castaño.

ADULT STAR ⁺¹⁸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora