El peso de la corona siempre había supuesto un problema, lo supo cuando a sus ocho años se dijo que su carácter pasivo le impedía dar órdenes "como corresponde" a sus criados. Según su padre, los trataba como si fueran sus iguales y no personas a su merced, aquel día su padre lo abofeteó tan fuerte que tuvo que cambiar su semblante pasivo por uno firme, uno que su padre aprobara y le diera paz para vivir allí, aunque no tuviera paz interior.
A los doce años volvió a enfrentarse al peso de la corona cuando descubrió que se había enamorado de aquel chico de ojos azules, eso era un secreto bien guardado al día de hoy, uno que solo sabían él, las cuatro paredes de su habitación, las notas que escribía sobre sus sentimientos, y el crepitar del fuego que se encargaba de quemar dichas notas.
No podía arriesgarse a conservar aquellas notas y que la curiosidad de sus sirvientes terminara por exponer sus sentimientos, aunque creía en la bondad de las personas no era tan tonto para confiar a ciegas.
Y ahora se encontraba una vez más, a sus dieciséis años sintiendo el peso de la corona, y no solo eso, ahora también quemaba. Le llevó su tiempo superar aquel amor no correspondido hacia el chico de ojos azules, ¿Y cómo no iba a serlo? El muchacho fue un día presentado por su madre para enseñarle a luchar, a controlar sus poderes y cuidar de su integridad, pasaban demasiado tiempo juntos y fue la única persona desde sus ocho años con la cual pudo sentirse él mismo.
Si bien podía admitir frente a la pluma y el papel que fue su primer amor, actualmente sus sentimientos hacia el ojiazul eran muy diferentes, más similar a una admiración y compañerismo. Muchas cosas habían cambiado en el último año, desde que el su amor no correspondido trajo consigo de su último viaje a una muchacha desconocida que puso a flor de piel sus celos y provocó el cambio de mando del chico, provocando una distancia entre ambos, no le guardaba rencor a la chica, ella era muy amable, y aunque sospechara que ella descubrió su secreto, si lo hizo jamás lo contó, por lo que él se sentía muy agradecido con la chica.
Aún había algo extraño y familiar en ella, pero actualmente le provocaba risa ver al chico que amó ponerse nervioso frente a la muchacha y que ella no lo notara ¿Así se veía desde afuera un sentimiento no correspondido? ¿o sencillamente no se correspondía porque su amigo no era lo suficientemente valiente?
Escribiendo sus sentimientos en una hoja bajo la luz de la luna que ingresaba por el gran ventanal de su habitación se descubrió nuevamente pensando en él, aquel chico de ojos color miel que llegó a ocupar el lugar del ojiazul, tanto como su criado de cabecera, y entrenador como en su corazón, pero esta vez se sentía diferente, había una química especial cuando pasaban tiempo juntos, como si existiera una conexión invisible entre ellos. Esa conexión era la culpable de que su corona pesara y ardiera en estos momentos.
Dejó la pluma sobre el tintero y contempló la corona apoyada sobre el escritorio al tiempo que escuchó tres suaves golpes sobre la puerta
—Adelante —anunció sin cambiar su posición sobre el escritorio, los tres suaves golpes eran una señal
—Permiso señor —se hizo notar un joven mientras ingresaba en la gran habitación con pasos casi inaudibles —Aquí le traigo unas toallas—con un movimiento suave las colocó sobre la cómoda ubicada a escasos pasos de la puerta.
—Muchas gracias Eric ¿Si sabes que puedes llamarme por mi nombre y no andarte con formalidades cuando no hay nadie verdad? —el joven de cabellera tan negra como el carbón se levantó de la silla y tomó los papeles que había escrito, luego se paseó por la habitación en dirección a la chimenea.
—Lo se señor, pero me parece irrespetuoso que alguien como yo se dirija de manera tan informal hacia alguien como...—dejó la frase a medias al notar que el príncipe quemaba los papeles en la chimenea con una mirada perdida —¿Se encuentra bien señor? ¿Necesita un vaso con agua?
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Rewrite The Stars
RomanceHistoria corta basada en dos personajes de una historia aún mas grande que llevo unos años escribiendo. Se me ocurrió este fragmento porque una canción rondaba mucho mi cabeza en torno a esta pareja y me pareció buena idea hacerlo una historia corti...