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15 de Noviembre, 5to año.

El día de hoy, Draco se había levantado con el pie izquierdo de la cama. Y parecía que todo y todos a su alrededor se habían puesto de acuerdo para ponerle el humor aún peor. Había tomado el desayuno con pocos ánimos y con apenas apetito, sus amigos se la habían pasado echándole miradas preocupadas de reojo. Luego las clases, y aunque el rubio solo quería ir a su cuarto, que comparte con uno de sus amigos, Theodore Nott, tirarse en la cama y dormir por horas, sus padres lo harían papilla si se saltaba las clases por algo menos importante que su salud. Algunos estúpidos de Ravenclaw creyeron que era divertido bromear con él y le hicieron explotar su poción. Estuvo en la enfermería por el resto de la mañana, hasta la hora del almuerzo, donde sus amigos lo abarrotaron en preguntas y luego siguieron con sus "disimuladas" miradas de preocupación.

Total, un buen día de mierda.

El caso es que el día anterior, el joven heredero Malfoy, había tomado el valor de acercarse a Harry por primera vez. Harry Potter, el chico por el que había estado suspirando desde que tiene 13 años y supo lo que era interesarse en algo o, en este caso, en alguien más, que no sea en ver con quién jugaría al día siguiente. Sí, seguía jugando, después de todo, solo tenía 13 años. Aún era un niño. Pero a medida que pasaba el tiempo, y con el venían la adolescencia y las hormonas, su atención se volvía cada vez más y más hacia el niño Gryffindor de anteojos y cabello desordenado.

Ahora, a los 15 años, Draco creía que ya había suspirado el suficiente tiempo por el chico, y era momento de que hiciera algo al respecto. Después de conversar con sus mejores amigos, Pansy, Blaise, Theo y Tom, en el que les habló de lo que pensaba y en el que sus amigos le dieron palabras de aliento, menos Tom, él dijo que solo iba a perder el tiempo, apesar de que cuando se fue le dio una palmadita en el hombro en forma de aliento, Draco tomó el valor de encarar al primer niño que le había gustado.

Decir que fue un total fiasco es un eufemismo. Draco había pasado la peor vergüenza que un adolescente de 15 años podría pasar.

¡Harry Potter ni siquiera lo conocía! El chico se había quedado aturdido durante tanto tiempo que Draco había comenzado a pensar que alguien había decidido jugarle una broma y lanzarle un Confundus, y luego, cuando Draco sintió que una gota de sudor frío le resbalaba por la espalda, ¡Harry Potter preguntó quién era él! ¡¿Quién era Draco Malfoy?!

Draco, por supuesto, solo se había reído nerviosamente y se había presentado. Algo totalmente ridículo y vergonzoso, si le preguntan, porque medio minuto antes le había estado confesando su amor eterno en la cara. En respuesta, Harry Potter le dio un corto asentimiento de reconocimiento y… ¡se fue! Lo dejó solo. Allí, en mitad de un pasillo después de, prácticamente, haber visto como Draco pisoteaba su orgullo y dignidad por él.

Sobra decir que sus amigos llegaron en un santiamén, y cuando vieron el rostro abatido del rubio, lo bañaron en mimos, halagos y atención, (menos Tom, él le había dado su orgullosa mirada de "te lo dije"). Ese mismo día, cuando creyó que podría estar superando ese momento espantoso y su primer rechazo, Blaise había llegado agitado y sonrojado, algo sorprendente para alguien con la piel tan morena, y luciendo como si se hubiera hecho una carrera hasta la sala común, y les contó, sobre todo a Draco, entre susurros medio entrecortados y a las apuradas, que había oído a los amigos de Potter comentar sobre la confesión de Draco y que; "…pobre Harry. Tuvo que fingir que no conocía al chico".

Asique sí, tenía razones para levantarse con el pie izquierdo.

Por fin había caído la tarde, y casi era la hora de cenar, Draco se estaba absteniendo de darles una mala excusa a sus amigos y retirarse a su cuarto y así poder caer en su depresión en completa paz, pero tampoco quería ser egoísta y seguir preocupandolos, asique ahora todos se estaban dirigiendo al gran comedor.

Love meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora