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- Vístete, el Uber te espera abajo. Tengo cosas que hacer... - le hice saber a la chica que se encontraba bajo mis sabanas. Joven, de cabello oscuro, buenas curvas y rostro inocente.

- Nos volveremos a ver...?- pregunto con ilusión en sus ojos, añorando escuchar una respuesta en especifico.

- Claro, nos estamos mudando, apenas cambiemos de dirección te escribiré. - pude notar aquella satisfacción en su rostro al escuchar aquella respuesta. Sin mas la acompañe a la salida, la chica se despidió con alegría. Al acercarse a mi para darme un beso en la mejilla, inconscientemente mis labios buscaron los suyos pero ella actuaba demasiado tímida, por lo que no pude saborear como quería por ultima vez sus dulces labios.

No la llamaría, tampoco la buscaría. Solo había sido una noche.

Era 4 años menor que yo, demasiado dulce, demasiado cálida, parecía no existir una pizca de maldad en ella, aunque tuve muchas sorpresas la noche anterior, sabia que podría descubrir otras habilidades mas de ella, pero no quería perder mi tiempo en otro callejón sin salida. Después de aquella  dolorosa ruptura con aquella mentirosa y vividora sentí que mi corazón y mi mente no podrían seguir adelante, y con suerte había salido de aquel ambiente gracias a mis nuevas amistades.

Estas "nuevas amistades" eran incluso mis compañeros de trabajo y casa, juntos decidimos mudarnos y crear contenido que podia ser subido a varias plataformas sociales. Las chicas se volvían locas por nosotros... y con ello podia tener a cualquier chica en mi cama sin compromiso.

Ella no era la única, pero si otra mas del montón.

Pronto tendría que viajar a pasar rato con mi familia, eran las vacaciones y el destino decidido por mi madre era Hawaii. Nunca había ido, era mi primera vez, no era que por lo general no viajaba a lugares así, al contrario, incluso me parecía tan estúpido de mi parte no haber pedido un viaje ahi. Crecí en una familia adinerada, me podia dar lujos sin pensar que la quiebra podría pisarme los talones.

- Qué tal la chica de anoche Kim?- preguntó uno de mis amigos al verme cerrar la puerta tras de mí.

- Linda, solo demasiado niña - seguí de largo hacia mi habitación, el perfume de la chica seguía impregnado en el lugar, odiaba eso.

Las semanas pasaban, mientras los chicos y yo seguíamos trabajando en lo nuestro, solía revisar de ves en cuando las historias de la cuenta de Morgan para asegurarme de que no publicara nada extraño o alguna foto donde alguno de nosotros salíamos, no quería ser yo el causante de problemas en el grupo solo por ella.

Nada. Parecía que nada había sucedido a su perfil, ella había cumplido con su palabra... buena chica, sabia lo que le convenía.

El Misterio del LotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora