¨La memoria es el centinela del cerebro. ¨ William Shakespeare
Acomodé mis libros, deshice mi coleta y me eché en la cama estirando mi cuerpo, bostecé, pero tomé mi teléfono, fui directamente a la aplicación de mensajes, entré a su conversación y me pareció extraño que el estuviera escribiendo, más sin embargo aun así escribí:
¨Al fin, llegué a casa¨, estaba sonriendo al pensar de que trataba el mensaje, pues la diferencia de horario era notoria, fue ahí cuando mi sonrisa se esfumó al leer el mensaje, en este él escribía:
¨Hola, Isabella. Quisiera hablar contigo sobre algo en lo que he estado pensando mucho, y algo que es lo mejor para nosotros. Esta relación no sabemos cómo manejarla, y siendo honesto se nos está yendo de las manos. Sé que prometí cosas que no pude cumplir, y créeme que lamento no cumplirlas; no peleemos por un amor que sabes que ya no existe más, la costumbre nos ganó, y ya no quiero que nos lastimemos más, quiero terminar, espero aceptes mi decisión...¨
No pude ni siquiera leer la mitad, mis ojos estaban cristalizados y el aire me comenzaba a faltar, ¨ ¿Qué hice mal?, ¿Cómo terminamos así? ¨
