Estabas sentada en la piscina pública de Hopkins, deberías de estar pendiente de los niños, para que no mueran quienes no saben nadar ni corran en la superficie resbaladiza para evitar caidas pero poco te importaba cuando lo que tenías al frente era él, su torso estaba tostado por tomar sol, tu mirada se fijó en todo su cuerpo, lo viste una y otra vez de arriba a abajo y sabías que tras sus gafas de sol él miraba con deseo tu traje de baño, este se ajustaba en tus caderas y el gran escote le hacía un favor a tu cuerpo. Como era de rutina dejaste tu puesto y le permitiste paso a él, Billy se sentó en lo alto y llamó tu atención acariciando su pie contra tu hombro. Sorprendida diste la vuelta y el inevitable calor por la situación subió hasta tus mejillas, esperaste a que su sonrisa se fuese para hablarte pero no lo hizo, simplemente te ignoró consciente de lo que con su acción había provocado.
Habían pasado horas desde el suceso y era en lo único en lo que tu mente podía concentrarse, esa media sonrisa burlona de dientes perfectos y el tacto de su cuerpo con el tuyo. Hablaste con tus otros compañeros de trabajo hasta que se hizo tarde y todos se fueron a casa, todos menos tu y él. La piscina estaba vacía, el ruido de las familias charlando y los niños riendo se había desvanecido al fin, todo era tranquilo y pacífico. Habías visto a Billy encender un cigarrillo a lo lejos mientras caminaba por la recepción.
Tomaste una toalla y abriste la puerta de los baños, el agua helada recorrió tu cuerpo y pronto pensaste en Billy, como siempre te sucedía, no querías arriesgarte a ser descubierta pero las ganas eran demasiadas, con tus dedos ya mojados por el agua de la ducha comenzaste a estimularte sobre el traje de baño, lo imaginaste a él sobre ti e inconscientemente su nombre salió susurrado de tus labios, eso te hizo sentir aún más extasiada, así que lo repetiste.
—Billy —decías sin poder parar, una y otra vez.
Las puertas del lugar se abrieron y escuchaste pasos, fuiste lo suficientemente rápida como para pretender que nada sucedía. Peleaste contigo misma por tranquilizar tu respiración, pero aquello era difícil ya que el único que podía, y con certeza estaba allí era Billy.
Antes de poder decir nada su mano lo suficientemente grande cubrió tu labios, lo hizo con fuerza. La voz de Billy sonó grave sobre tu oído, supiste que su cuerpo estaba desnudo porque lo sentiste sobre tu muslo, no había traje de baño cubriéndolo, sentías presión y cada vez estabas más mojada, querías darte la vuelta y mirarlo, pero él no te lo permitía, el agarre de su mano era agresivo.
—Lo vi todo y no te haces idea de cuanto me gustó.
Sin soltar el lóbulo de tu oído, que prácticamente lo estaba mordiendo, dirigió sus dedos hacia tu cavidad, estabas mojada y lo deseabas, así que él te dio lo que querías.
Sacó el agarre de tu boca y pudiste moverte, de inmediato juntaste tus labios con los de él cumpliendo ese deseo que desde hace tanto tenías. Los gemidos salían de tu boca, mientras sus dedos más rápido se movían dentro, más presión sentías en ti y no pasó mucho tiempo hasta que te corriste, tus ojos estaban sobre él, estabas extasiada y pese a entender poco y nada de los espontaneo de la situación, sin dudarlo querias que sucediese de nuevo.