Las latinas, de acuerdo con los americanos, venían en dos formatos: las pequeñas, sexys morenas con un carácter "ardiente", y luego estaban las que distinguías por el apellido.
Sarah, pertenecía obviamente a la primer categoría y Rosa , claramente a la segunda.
Esta última observó a su supuesta amiga: estaba montando una escena de celos y toxicidad digna de una de las telenovelas de su amado México. Y lo que era peor el estúpido por el que Sarah le había rogado que viniese a la fiesta con ella estaba poniéndose violento como siempre, mientras sus amigos se reían.
Dios, que imbéciles babados.
Observó a la pareja: ella tenía una mano en la cintura y la otra con el dedo índice apuntando al pecho del chico en un gesto recriminatorio, su corto cabello se mecía junto con sus aros dorados, mientras la chica hablaba elocuentemente. Todas ellas tenían el mismo par de aros, era algo así como su símbolo. Algo que Sarah, por supuesto, había propuesto y el resto de ellas habían aceptado complacientemente.
Rosa, buscó agradar a aquella excéntrica chica para garantizar su propia supervivencia estudiantil , porque aunque ambas eran de descendencia latinoamericana: sólo Sarah había nacido en Gringolandia y todo el instituto lo sabía, al igual que el hecho de que su carta verde se debía al matrimonio de su madre (una ex-inmigrante ilegal) quien se casó con un rico empresario. Dios, ella no era tan boba como para no darse cuenta de que su madre no estaba locamente enamorada de Mr. Johnson como él lo estaba de ella. Pero, tampoco tenía derecho de juzgarla cuando gracias a eso, ella tenía comida en su estómago y un lugar donde dormir.
Cuando el idiota de Anthony levantó una mano y le dio un empujón que hizo que Sarah trastabillara, Rosa supo que esa era la señal que estaba esperando para intervenir. El chico era alto, pero Rosa también lo era y no dudaría en incrustar su grueso tacón en el escroto del chico, quien estaba convenientemente ebrio en ese mismo instante.
Rosa le hizo un gesto a Anne y a Carol y se dirigió a la polémica pareja
-¿Todo bien, Sarah?- y sin esperar respuesta , agregó- Quizás debas tomar un poco de aire ¿Anthony?- y en sus ojos brilló una advertencia.
Aunque Anthony vivía con su madre desde la muerte de su hermano gemelo en un accidente automovilístico debido a que condujo en estado de ebriedad, él todavía tenía un respeto enorme por su padre Mr. Johnson. Sí, el mismo hombre con el cuál su madre se había casado dos años y medio luego de esos sucesos. No hace falta aclarar cuanto el chico la odiaba.
-Sarah y yo estábamos en medio de algo - le dijo arrastrando las palabras- Regresa más tarde.
-Me temo que no. - le respondió poco interesada , observando de reojo las bullas de los "amigos" Anthony- vamos a por un trago Sarah, seguro te vendrá bien.
Cuando Anthony se movió para agarrar a Sarah por el brazo, Rosa lo desestimó con un firme empujón.
-Cálmate- y aproximándose lo suficiente para que solo él escuchase lo que ella tenía que decir, le susurró- Si me dejas un moretón, papi sabrá de ello mañana por la mañana. - y retirándose, le miró directamente a los ojos y en voz alta le aseguró- Dalo por hecho.
El chico pareció recuperar la sobriedad en segundos, y luego de un poco de dubitación salió del living-comedor de la casa donde se estaba llevando acabo la fiesta, en dirección al patio interno.
-No sé como lo consigues-le dijo Sarah, como siempre.
-A mi siempre me impresiona la capacidad que tienes tú de lidiar con ese patán.
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Mr. Caliente y la frígida
Teen FictionRosa está en quinto año de secundaria , en Houston Texas donde la gente ama el fútbol y los estereotipos de género. Lamentablemente muchos de esos estereotipos tienen una razón de ser, tal y cómo comprobó a través de su "amiga" Sarah, quien es la e...