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El rubio había hecho bastante postres, en los que siempre incluía las fresas. Su novio era un loco amante de ellas, y por esa misma razón agregaba esa característica fruta la mayoría de veces.

Pero nunca en su vida ha hecho leche de fresas.

—No debe ser tan difícil. Es solo leche y fresa.

Aún cuando dijo eso, busco en su teléfono cualquier receta, sorprendiéndose por la infinidad de cosas que se debe hacer.

La lista en sí no era larga, pero para el rubio eran demasiadas palabras para solo ser un vaso de leche.

—Mejor compro una y problema resuelto.

Quiso hacer caso a su idea, pero optó mejor por desecharla. Prefiere que sea algo casero, de esa manera le parecía más sano. También le apetecía hacerla con sus propias manos por más que se ande quejando.

Soltó un resoplido, mirando el resultado de su búsqueda.

Ingredientes:
• 1 taza de fresas cortadas en rodajas
• 1/4 taza de azúcar
• 1/2 taza de agua
• 1/2 cucharadita de vainilla
• 2 tazas de leche (se puede sustituir por leche de soja o leche de almendras)

Si tendría que hacer su propia lista, sería:
• Leche
• Fresa

Y listo. No le encontraba mucha lógica.

Pero claro, si quería buenos resultados debía seguir esta lista al pie de la letra. Así que debía abstenerse de hacerle caso a la resumida lista que hizo en su cabeza.

Tenía lo primero, por que empezó a cortar desde antes las fresas que iba a usar. Azúcar, claro que tenía. El agua sobraba. Vainilla. Tendría que ir al súper a comprar, ya se le había agotado. Por supuesto que tenía leche, compró esta mañana.

Puso el teléfono a su lado, empezando a buscar todo lo que necesitaba. Frunció el ceño cuando tomó el pote vacío de vainilla. Le daba una inmensa pereza salir en auto y comprar solo eso.

Todo indicaba que debía pedírsela a su irritante vecino. Y si no tiene vainilla, pues ya verá que insultos le grita.

Al llegar a la entrada de su piso, se colocó sus zapatos, y abrió la puerta para conducirse a su destino.

Después de bajar por el ascensor y caminar por el enorme pasillo hasta estar frente a su puerta, tocó varias veces sin ninguna delicadeza. Haciendo un resonante ruido en el taciturno pasillo del apartamento.

Luego de unos segundos, la puerta fue abierta, mostrando a un peliverde de mediana sonrisa.

—¿Tienes vainilla?

Ni siquiera le importo saludar, tampoco le sobraban ganas de hacerlo.

—Oh, si ten-

—Pues dámela.

El otro no tuvo más remedio que ir a buscarla ante su insistente y prepotente mirada.

Katsuki no le dio las gracias cuando se lo extendió, solo se lo arrebató y se encaminó a su piso como si nada.

Al entrar y llegar a su cocina, se dispuso a continuar. Leyendo en voz alta la preparación de dicha bebida.

—En una cacerola mediana, hervir las fresas cortadas...— se agachó para buscar en los gabinetes una pequeña cacerola, volviendo a subir con fin de encender el fogón. —Es obvio que primero va el agua. No saben explicar una mierda.— hechó un poco de agua en la cacerola y luego las fresas cortadas. Regresando a su lectura. —Por supuesto que es el turno de la azúcar y la vainilla.— procedió a echarlos también en la cacerola, solo que con la vainilla fue un poco más cuidadoso. Aunque con la azúcar también lo fue. —Durante... diez o doce minutos.

ριᥒk mιᥣkყ : 𝗸𝗶𝗿𝗶𝗯𝗮𝗸𝘂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora