Antes del torneo en Mortal Kombat, mucho antes de todo lo ocurrido, Raiden el Dios del trueno, protector de la tierra y de la humanidad, tuvo una hija la cual la nombro Luna, esperando que fuera una nueva guerrera para entrenarla y prepararla para proteger la tierra.
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-. Eres una futura guerrera, con la protección de los dioses y la mía, prometo que serás muy fuerte.- le dijo Raiden.
A los 8 años Luna tenía un hermoso cabello rubio y ojos celestes. Pero había un problema y es que no poseía ningún poder, esto a Raiden lo tenía sorprendido y angustiado -. ¿Cómo es posible que no tenga un poder?.- pregunta angustiado a los dioses -.Aún está en desarrollo, sus habilidades saldrán en cualquier momento, debes tener paciencia.- le responden los dioses.
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Raiden decide que lo mejor sería alejarla del mundo exterior, para evitar que Shao Kanh le hiciera daño, este se la lleva a la tierra, a un orfanato -. ¿Que es este lugar papa?.- pregunta Luna -.Es tu nuevo hogar.- le responde mirando hacia otro lado, triste por tener que alejarse de ella -.no me dejes aquí papa.-
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Luna desesperada corre atrás de él, la monja del orfanato le toma la mano a Luna y la consiente, Raiden dándole la espalda, se aleja sin siquiera despedirse, -. Es por su bien.- susurra en voz baja, desanimado y arrepentido, Raiden se va de la tierra dejando a su hija atrás. En el orfanato la monja lleva a la niña a una habitación, donde había otros niños, Luna estaba muy asustada -.No temas, aquí te trataremos muy bien.- le dice una niña sobándole el hombro, Luna se va a su cama y se acuesta pensando en su padre -.¿por qué me dejaste?.- pregunta en su mente, llorando Luna se duerme.
