𝐏𝐫𝐨́𝐥𝐨𝐠𝐨

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"𝑳𝒂 𝒎𝒖𝒆𝒓𝒕𝒆 𝒆𝒔 𝒆𝒍 𝒄𝒂𝒔𝒕𝒊𝒈𝒐 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒆𝒍 𝒑𝒆𝒄𝒂𝒅𝒐𝒓"

- Por favor hermana, cuéntanos esa historia otra vez, prometemos dormirnos temprano mañana - dijo el niño a su hermana, mirándola con ojos de súplica.

- Saben que no deben quedarse despiertos tan tarde, papá los va a regañar otra vez.

- Pero papá siempre se queda despierto hasta tarde con papi y a él no lo regañan - replicó una niña.

-Es porque el y papi hacen actividades que los mantienen muy despiertos y ocupados - dijo un chico sonriendo, y luego recibió un golpe en la nuca por parte de otro chico.

- No digas estupideces frente a los niños

- Vamos nunca dije específicamente que tipo de actividades hacían

- Y tampoco queremos saber

- Hermano mayor por esa razón nos regañan por dormirnos tarde - dijo la 1niña mientras abrazaba su muñeco.

- La pequeña estrellita tiene razón - dijo una chica que sostenía una botella de vino.

- ¿Para qué el vino? -

- Esta historia siempre es mejor oirla con un buen vino, admitelo.

- Yo si te acepto una copa

- ¿Ya terminaron o tengo que sacarlos por la ventana?

- Ya como que es muy tarde para la violencia, así que mejor empieza hermana.

- Por fin - dijeron los niños al unísono, y se acomodaron en la cama, junto a sus hermanos mayores, mirando a su hermana mayor que iba a empezar a contar la historia.

Los niños amaban escuchar esa historia desde el momento en el que se las contaron, los cuentos que antes les leían no se comparaban con ese relato lleno de aventuras del que jamás se cansarían de oír.

- 𝑬𝒔𝒕𝒂 𝒉𝒊𝒔𝒕𝒐𝒓𝒊𝒂 𝒆𝒎𝒑𝒊𝒆𝒛𝒂 𝒍𝒖𝒆𝒈𝒐 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝑮𝒖𝒆𝒓𝒓𝒂 𝒅𝒆𝒍 𝑪𝒂𝒐𝒔...












































𝐀𝐧̃𝐨 1567

La luz apenas se mostraba en aquella oscura celda, el olor a carne podrida se podía percibir en el aire, las condiciones tan  deplorables de ese lugar eran muy insoportables, a lo lejos podíamos escuchar los lamentos o delirios de algunos prisioneros, que decían palabras como "perdón", "ayúdame" y "mátame", era algo normal que les sucedía a todos aquellos que terminaban aquí, en "𝐋𝐚 𝐓𝐨𝐫𝐫𝐞 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐋𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬", un lugar para los que cometieron en su libertad crímenes atroces y que ni la muerte se los ha podido llevar, y es justamente aquí en donde estamos ahora mis hermanos y yo; terminamos en este lugar no para quedarnos aquí por siempre, si no para esperar nuestro verdadero destino. Mire a mis hermanos y sorprendentemente estaban muy callados y serios, sin expresiones en sus rostros.

A lo lejos se escucharon los pasos de alguien viniendo en nuestra dirección, y en frente de nuestra celda el capitán de la guardia Real, 𝐃𝐞𝐫𝐞𝐜𝐤 𝐃𝐚𝐫𝐤𝐬𝐞𝐧, se mostró junto a otros soldados, que llevaban en sus manos cadenas neutralizadoras de poder divino y poder demoníaco.

-Sáquenlos y llévenlos a la Arena - ordenó Darksen y sus soldados obedecieron.

Antes de que lograran acercarse a nosotros, me puse enfrente y golpee en el rostro a uno de los soldados, tomé una piedra afilada que había encontrado en la celda y empecé a atacarlos, escuché a uno de mis hermanos gritarme, pero no les preste atención, y justo antes de poder llegar hacia otro soldado sentí un golpe fuerte en mi espalda que me tiró al suelo, luego varios soldados me sometieron atandome las manos con las cadenas y poniendo una alrededor de mi cuello. Vi por un costado a mi hermano intentando llegar hacia mi pero inmediatamente fue sometido igual.

Los Herederos del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora