Bajo la luz de la luna

2. 54

Estoy sudando, no he podido dormir. Lo primero que he hecho cuando me he despertado ha sido mirar a mi alrededor. Estoy en mi piso, pero ya no se siente como antes. Todo ha cambiado en menos de un segundo. No sé cuánto tiempo estuve en esa sala de espejos y aún menos donde era, pero rezo porque no vuelva a aparecer ahí en lo que me queda de vida, que no creo que sea mucho.

Estoy dando vueltas a la casa, buscando por si hay algo raro en mi piso, una nota, un objeto. Algo. Pero no encuentro nada. Cuando entro al salón, encuentro a mi perro Ralph tumbado en el sofá color beige. Se está rascando la oreja mientras me sonríe sacando la lengua. Como me alegra volver a verlo. Pero mi alivio y tranquilidad se van cuando veo algo en la ojera de Ralph. Es un número, el 54.

¿Qué significa el número 54?¿Es una señal? Cojo mi ordenador y me pongo a buscar que significa el número 54. Pone que el número 54 es una señal que van a haber cambios muy significativos. Haber, razón no le falta, pero no creo que solo lo hayan puesto por eso ya que eso es obvio. ¿Y si son las horas que quedan para que vaya a ese mundo extraño?¿Y si es un número clave? Pero si lo fuese, ¿Para qué lo tendría que utilizar? Podría significar muchas cosas, y esto solo causa más nervios en mí. Se me va la respiración, sé que estoy más pálida, sé que me falta poco tiempo, pero no sé qué hacer. Ralph me empieza a lamer mi cara. No sé como, pero empiezo a recuperar la respiración.

Decido ir al baño para darme una ducha fría. Necesito tranquilizarme, no puedo seguir así. Me meto a la ducha y me empiezo a lavar el pelo con mi champú de coco mientras pienso en todo lo que me ha pasado en menos de 24 horas. ¿Qué era la cosa que me hablaba?¿Un monstruo? No, no puede ser, no existen. Bueno, si, pero de personalidad, no de apariencia.¿Una de esas criaturas como los vampiros? No, eso solo existe en los libros y películas. Entonces...¿Qué es?

La sonrisa... la sonrisa era muy grande, y los dientes eran del tamaño de una uña y de color amarillo. La sonrisa era retorcida, como si supiese que algo malo había hecho. Es una de esas sonrisas que no se olvidan nunca, y no en el buen sentido.

Cuando salgo de la ducha me peino el pelo, no me gusta secarme el pelo así que me lo dejo mojado. Me pongo una toalla y voy a mi habitación a cambiarme. Cuando abro mi armario solo me encuentro con un conjunto que ni siquiera es mío. Vale, ya se están pasando, primero lo de mi perro y después mi ropa. Se trata de una falda con una abertura en el lado izquierdo de color piel, un top sin magas de color marron y un blazer del mismo color que la falda. Cuando termino de vestirme voy a verme al espejo. Grito, grito como si no tuviera nada mejor que hacer en la vida cuando veo lo que está escrito en el espejo "prepárate para mancharte las manos de rojo".

" NO...POR FAVOR... NO" "Me... me estás haciendo daño...Adria"

No, joder, no. Otra vez no. Porque tuve que hacerlo ¿por qué? Empiezo a sentir como lágrimas frías empiezan a rodar por mis mejillas. Esto no puede estar sucediendo, no otra vez. Porque tuve que hacerle eso a A... Soy una cobarde, debería haber muerto yo, no ella. Ella no se lo merecía, yo sí.

...

-Adria, ponte a trabajar.- me dice Pablo mi jefe cuando entro por la puerta del restaurante.

Voy a la cocina y me pongo mi delantal antes de ir a por la libreta para poder apuntar los pedidos. Hoy martes, me toca ocuparme de la mesa 14, 26, 38, 54 y 57.

Llevo ya varios pedidos, cuando me toca atender a la mesa número 54, hay tres hombres y una mujer ocupándola.

Cuando estoy solo a unos metros de la mesa uno de los hombres me mira de arriba a abajo y se me queda mirando fijamente serio. Cuando llegó a la mesa, todos nos fundimos en un silencio incómodo, así que decido hablar.