Capítulo 11 Clases de vuelo

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Mi hermano molestaba a Potter todo el tiempo que podía, yo no me acerco o comento algo, igual que mis amigos (Theo y Daphne). Solo compartimos clases con los de Griffindor en pociones. Así era hasta que apareció en el tablón de anuncios de Slytherin donde vi que decía que compartiríamos clases de vuelo los jueves con los de Griffindor.

Eso hizo que mi hermano sonriera, ya que esperaba ver a los de Griffindor caer de sus escobas, sobre todo a Harry Potter (eso no pasara, pero no le diré nada).

A la hora de desayunar vemos a los de Griffindor nerviosos, sobre todo a Neville y Hermione que logramos escuchar que andaba leyendo de un libro de la biblioteca llamado Quidditch a través de los tiempos. Cuando de pronto apareció el correo.

La lechuza de mi madre y de mi hermano llegaron con golosinas (a cada uno nos envía cartas y paquetes). Leo como siempre la carta y le respondo en el comedor.

No me di cuenta que mi hermano fue a molestar en la mesa de Griffindor, ya que al parecer le llamo la atención algo de esa mesa.

Por lo que veo es la recordadora que la abuela de Neville le envió. Él estaba explicando cómo funciona, cuando de pronto mi hermano la agarra, veo como Harry y Ron saltan de sus asientos, se nota que buscan un motivo por el cual pelear con mi hermano. Cuando de pronto aparece la profesora McGonagall.

McGonagall: ¿Qué sucede?

Neville: Malfoy me ha quitado mi Recordadora, profesora.

Con aire ceñudo, mi hermano dejó rápidamente la Recordadora sobre la mesa.

Draco: Sólo la miraba dijo, y se alejó de esa mesa, seguido por Crabbe y Goyle.

En la tarde a las tres y media, todos los de Slytherin ya estábamos en el prado que estaba al otro lado del bosque prohibido, cuyos árboles se agitaban tenebrosamente en la distancia. Estábamos al lado de la escoba correspondiente, cuando de pronto vemos a los de Griffindor.

Entonces llegó la profesora, la señora Hooch. Era baja, de pelo canoso y ojos amarillos como los de un halcón.

Hooch: Bueno ¿qué estáis esperando? Cada uno al lado de una escoba. Vamos, rápido. Miró la escoba. Era vieja y algunas de las ramitas sobresalían (admito que preferiría mi propia escoba).

Hooch: Extender la mano derecha sobre la escoba (nos indicó la señora Hooch) y decir «arriba».

—¡ARRIBA! —gritaron todos.

Vi como Harry, y yo logramos que la escoba saltara de inmediato a nuestras manos, la de Daphne y Draco se movía lentamente hacia arriba. La de Hermione Granger y Theo no hizo más que rodar por el suelo, y la de Neville no se movió en absoluto se nota que tiene miedo de volar.

Luego, la señora Hooch nos enseñó cómo montarse en la escoba, sin deslizarse hasta la punta, y recorrió la fila, corrigiéndoles la forma de sujetarla. La profesora Hooch le dijo a mi hermano que no lo hacía bien (siempre se lo comentaba, pero no me creía) a mí no me fue tan mal, pero podía mejorar, escuche seriamente lo que indicaba la profesora para que mejore.

Hooch: Ahora, cuando haga sonar mi silbato, daréis una fuerte patada. Mantener las escobas firmes, elevados un metro o dos y luego bajad inclinándoos suavemente. Preparados... tres... dos...

Pero Neville, nervioso y temeroso de quedarse en tierra, dio la patada antes de que sonara el silbato.

Hooch: ¡Vuelve, muchacho! —gritó, pero Neville subía en línea recta, como el corcho de una botella... Cuatro metros... seis metros... logre ver la cara pálida y asustada, mirando hacia el terreno que se alejaba, lo vio jadear; deslizarse hacia un lado de la escoba y..

Reencarnada en la generación de Harry Potter como una MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora