Puede que sea un error,
El que te esté llamando tan tarde.
Pero estos sueños que tengo contigo,
No son lo suficientemente reales.
Empecé a pensar en el pasado.
Es irónico cómo las cosas que amas no duran.
Aunque esto no es justo para ninguno de los dos.
Tal vez solo soy un tonto.
Todavía pertenezco junto a ti.
Donde sea que estés.
Minefields - Faouzia ft. John LegendLa quietud del crepúsculo fue quebrantada por un coro de gritos que nació en la cubierta de la goleta Resplandor. Una cortina espesa de humo negro proveniente de las velas se extendió alrededor y sobre ellos encerrando el navío en una prisión tóxica. Los tripulantes iban de un lado a otro cargando cubetas con agua para apaciguar las llamas que devoraban el mástil. El hambre voraz del fuego amenazaba con consumir la embarcación en su totalidad, toda la mercancía podría ser transformada en cenizas y los tripulantes en cadáveres.
El capitán apretó la vela púrpura entre sus dedos, en sus ojos castaños se refleja el resplandor del fuego, sin embargo, permanece en pie, inamovible. Todo comenzó cuando las primeras botellas de vino fueron puestas al centro de la tripulación. Entre sorbos comenzaron a narrarse historias y anécdotas, las risas fluyeron con camaradería hasta que uno de los hombres mencionó al temible demonio del océano. El silencio se derramó e incluso pareció que la brisa dejó de soplar. El miedo los azotó y pronto se encontraron buscando una vela púrpura para salvaguardar el navío de su furia. Pero entonces el capitán los descubrió encendiendo la llama y el caos se desató cuando esta cayó prendiendo fuego a las cuerdas adyacentes al mástil.
Inesperadamente la madera emitió un crujido que alertó a todos los presentes y un aroma a sangre fresca se sobrepuso al olor del humo. De inmediato el ajetreo cesó y aunque el siniestro quedó en el olvido, el temor incrementó a causa de la ventisca fría que atravesó carne y huesos e hizo a las llamas encogerse. Más allá del humo avistaron una figura que avanzaba a pasos lentos, tras él, un grupo de velas color ébano desgastadas se mecían sobre mástiles de madera roída y en lo alto, una bandera roja con el símbolo del cráneo y los dos cuernos ondeaba de la mano del viento.
—El demonio está aquí —murmuró uno de los tripulantes con voz trémula. La mera mención de su nombre le restó el aliento del cuerpo.
— ¡¿Quién anda ahí?! Identifíquese —comandó el capitán Wen desenvainando su espada.
En un parpadeo el rostro del capitán fue hábilmente aprisionado por un grupo de dedos delgados, álgidos. Ante él, se presentó un hombre provisto con vestiduras oscuras. Un par de ocelos competían con el bruno de sus cabellos atados en un tenso rodete, sus facciones toscamente pulidas estaban enmarcadas por una tez tan pálida como el mármol. El ceño fruncido incrementaba la rudeza del semblante estoico, mientras que su mirada gélida era como un azote a cualquier vestigio de intrepidez y esperanza.
Ante todos, el demonio prensó los dedos sobre la carne del hombre hasta que la sangre comenzó a derramarse por cada uno de sus orificios como caudal de aguas que se desborda. En medio de los alaridos de dolor y los espasmos de desesperación, la espada cayó astillando la cubierta y al cabo de un instante, su dueño se desplomó completamente drenado. Atónitos, los tripulantes retrocedieron por temor a sufrir el mismo destino, no obstante, de la misma forma en que llegó, la presencia desapareció.
Mas cuando pensaron que el terror se había marchado junto a su señor, una marca negruzca apareció en la frente del capitán a tiempo en que caía sobre ellos una llovizna espesa y cálida que barrió los últimos vestigios de las llamas.
Pero el alivio no halló cabida cuando los tripulantes comprendieron que la sustancia que los empapaba era la sangre de su capitán.
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Crónicas de un cielo estrellado
FanfictionAquí yacen las historias que invaden mi mente durante las noches de insomnio. Si gustas unirte a esta tripulación de soñadores, solo basta conque abras este libro y te dejes guiar a través de este océano compuesto por mis ideas y emociones. -Los per...