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Sunghoon nunca fue bueno con los sentimientos, ni con las palabras ni con cualquier muestra de afecto. Podía hacerlas, pero no significaba que su corazón no latiera a millas por segundo y sus mejillas y orejas se pusieran de una tonalidad roja o que sus palmas no comenzaran a sudar. Era divertido para él que, teniendo una hermosa apariencia y siendo una persona famosa, tuviera problemas para desenvolverse socialmente. Su falta de habilidades se había mostrado desde que era pequeño, tanto en sus clases escolares como en el patinaje artístico, donde sus interacciones se basaban solo con los niños que practicaban el deporte ya que era demasiado tímido para hablar con las chicas y ellas parecían no estar interesadas en él, así que al inicio fue algo que pasaba por desapercibido. Conforme fue creciendo y sus pasiones cambiando, se dio cuenta de que debía comenzar a trabajar en socializar si quería llegar a ser un idol. Realmente no fue tan duro como lo pensó. Conoció a Jay y eventualmente a Jake, quienes se volvieron las personas más indispensables en su vida, como consecuencia, no fue difícil hacer más amigos, aunque no tan cercanos como lo eran ellos tres. A veces aún se sonrojaba cuando tenía que hablar en público, pero no había que no pudiera sobrellevar.

Eso hasta que Heeseung llegó a su vida.

O más bien, hasta que se enamoró de Heeseung.

Todavía había muchas cosas para las que Sunghoon necesitaba explicación, pero su mayor pregunta siempre fue el ¿por qué, teniendo tantos hombres cercanos a él, solo encontró increíblemente atractivo a Heeseung? Ni siquiera su orientación sexual fue cuestionada tanto como eso. Él sabía perfectamente que el rechazo de las chicas mientras practicaba patinaje lo condujo a estar con los pocos chicos que había ahí, ellos eran los únicos que le prestaban atención y que lo llenaban de halagos, por lo que su atracción a ellos fue encaminándose poco a poco. Y en tanto a las chicas, aún las encontraba demasiado atractivas y en la escuela secundaria le gustaron algunas. Todo se sintió más sereno para él cuando encontró en internet un término que lo definía correctamente.

Aunque Heeseung era la definición de la perfección, la respuesta aún no estaba clara para él.

Pero aun cuando sabía que su atracción por los chicos era normal, no entendía por qué Lee Heeseung le hacía sentir tantas cosas. Cualquiera que fuera esa razón, Sunghoon nunca había tenido tiempo para asimilar tantos sentimientos que reclamaban su cuerpo en un solo instante. Un día había estado enamorándose de Heeseung en la sala de práctica y otro día ya estaba compartiendo un cálido beso con él. Era extraño. No esperaba que alguna vez el mayor lo quisiera de vuelta, pero el destino lo quiso así y Sunghoon no iba a quejarse.

Aunque eso tampoco era el peor de los casos. Lo que realmente lo atormentaba era el por qué el mayor podía hacerlo sentir tantas cosas aun cuando llevaban casi un año siendo pareja.

Heeseung tenía el poder de avergonzarlo en cada momento que quisiera. Podía traer de vuelta todas las cosas por las que había trabajado duramente. Si mantenían una conversación casual, Heeseung soltaría uno de sus coqueteos descarados; si Sunghoon estaba ensayando alguna de las letras de sus canciones, solo le bastaría a Heeseung dedicarle una mirada para avergonzarlo; si Sunghoon estaba descansando en una de las sillas en el medio de su entrenamiento, el mayor llegaría para abrazarlo incluso si estaba sudando. Cada situación logrando que sus mejillas se ruborizaran.

Heeseung era Heeseung. Le encantaba llenarlo de amor y muestras de afecto.

Pero Sunghoon era Sunghoon y no podía evitar sentirse tímido con cada acción del mayor.

Se avergonzaba muy fácilmente, sin embargo, todavía era mucho peor tener que responder todas esas acciones. No era porque no amara a Heeseung. Lo amaba como nadie tenía idea y era el primer chico con el que estaba, pero era demasiado difícil para él expresarle todo su sentir. Los besos, abrazos y tomadas de mano no parecían ser suficientes en comparación con lo que el pelinegro hacía. Porque sí, Heeseung también buscaba cualquier oportunidad para obsequiarle algo, yendo desde perfumes de miles de dólares hasta una brillante flor recién cortada.

𖥔 ִ  ۫   ˑ  words    !   heehoon  ִˑDonde viven las historias. Descúbrelo ahora