El Deseo Del Lobo

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Y pensar que todo comenzó con un sentimiento difícil de identificar, generados de un cruce de miradas y un gesto tan gentil que me tomó por sorpresa. 

Tenía diez años cuando la conocí, mi sempai. 

La respetaba profundamente, pues sus conocimientos para mi eran infinitos. 

Solíamos platicar todas las mañanas de camino al instituto, algunas veces hasta volvíamos juntos, al ser vecinos, nos frecuentabamos mucho. 

Hubieron ocasiones en las que mi madre le solicitó cuidarme cuando tenían que salir a algún evento importante de la empresa. 

Esas noches sin lugar a dudas eran placenteras, conocer sus gustos, verla sonreír, expresar su infinita bondad, ver sus cualidades en su máximo esplendor, y al mismo tiempo ver que no éramos tan diferentes, pues solía ser bastante caprichosa para algunas cosas. 

Cada momento a su lado para mí era sumamente especial, compartíamos ciertos gustos, la música clásica era uno de ellos, los libros de fantasía, los denominados clásicos pues ambos amábamos leer, ver las puestas de sol, correr bajo la lluvia. 

Aunque ese gusto ella me lo implantó, al ser tan despistada solíamos regresar corriendo por no llevar su sombrilla. 

Con el tiempo ya no sólo era mi vecina, mi sempai, era mi mejor amiga, a la cual le podía contar absolutamente todo. 

Me sentí feliz que yo también fuera alguien de su confianza, pues solía decirme cuando se peleaba con sus padres. 
Al ser ambos de familias adineradas, entendía el estrés que eso significaba. 

Muchas veces huíamos sin decir nada a nadie; llegamos a conocernos tanto que sólo sabíamos y nos íbamos a nuestro lugar secreto.
Un lago oculto del lado este del templo Tsukimine. 

Siempre que estábamos juntos, ella solía abrazarme con todas sus fuerzas, cómo sí la fueran a jalar.
Había veces que me daba miedo, pues sabía que podría suceder. 

En mi cumpleaños número doce me obsequió una hermosa espada color jade, mi favorito. Como el de sus hermosos ojos. 

Ella ya tenía diecisiete años y estaba próxima a un compromiso formal. 

Eso me llenó de angustia, pues no quería que eso sucediera, no quería que la alejaran de mí, no quería que alguien más la tocará, le tomará la mano, besara sus hermosos labios color rosa… 
Fue ahí que descubrí una terrible verdad; amaba con locura a mi sempai. 

Eso era malo, ¡No! 
Era peor… 

Qué la amará sólo me traería más desgracias, pues ni siquiera me podrían considerar para estar con ella, no tenía ni la edad y además ambas familias no se verían beneficiadas de esa unión. 

Mi amor por ella me terminaría matando. 
«Admito qué sería una dulce muerte».
Reconocí entre lágrimas. 

Durante varios días me alejé de ella, realmente quería estar a su lado, abrazarla y hacerle ver mis sentimientos, pero… No podía ofrecerle algo, no había terminado la escuela, no tenía absolutamente nada, y aún era menor de edad. 

Fui a aquel lago dónde solíamos escondernos siempre, nuestro lugar secreto. 

Quería aclarar mis ideas, mis dudas, mi corazón.
Sabía perfectamente que la quería, pero no podía… 
Un sentimiento difícil de explicar.

Y fue ahí que me trajo de nuevo a la realidad al oír su melodiosa voz. 

—Ahí estás enano —dijo preocupada. 

Colaboración "Feliz Cumpleaños Lobito" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora