¡XianLe malo! ¡XianLe malo!

Huron Mentiroso

Xie Lia tiene una pequeña y agradable sonrisa. Una casita tan pequeña y humilde no merece albergar a figuras de tal calibre. Por lo menos se hubiese sabido que su gran y querido Guoshi iba a venir junto con Jun Wu, Xie Lian se esforzaría en conseguir platos y tazas mas bonitas. Abría limpiado un poco más y hubiese mandado a Hua Cheng al mercado del pueblo a traer carne y verduras para ofrecer una comida.

—Maestro, Emperador Celestial, es un honor tenerlo, este pobre dios quisiera ofrecerles mucho más, pero me temo que ha sido tan repentina su visita que solo tengo algunas galletas y nueces para invitarles.

Luego ruborizándose un poco, mira a todos lados y rasca su mejilla— También hubiese limpiado más, perdonen el desorden.

La casa esta hermosa e inmaculada, Hua Cheng y él se esfuerzan en mantener su hogar tan bonito como se pueda, pero cuando a mitad de un miércoles, Mei NianQing llego botando espuma por la boca, al lado del gran Emperador Jun Wu, encontraron a Xie Lian lavando la ropa, arrodillado en el piso, con las mangas recogidas hasta los codos y el cabello amarrado en un moño desordenado.

Con las manos llenas de espuma y las mejillas sudorosas se levanto abruptamente sin saber que hacer. Así que solo pudo hacer muchas reverencias, arreglarse y servirles algo de té. El día de su boda Feng Xin y Mu Qing le regalaron ese lindo juego de tazas de té, blancas y floreadas, pintadas a mano. Xie Lian solo las sacaba durante eventos importantes.

Pero la majestad de Jun Wu parece solo admitir beber en oro y por algún motivo su Guoshi esta tan molesto que ni ha tocado la taza.

Mei NianQing no habla. Sus labios tiemblan como hace un perro antes de enseñar los colmillos.

Jun Wu tiene la mirada afilada, como el acero, parece desear cortarle el cuello.

Sentados todos en esa mesa casera de madera, el silencio terrible hace que el té se enfrié. Xie Lian aprieta un poco los labios, levanta la taza y bebe un sorbo. ¡Seguramente él no va a desaprovechar este té!

—Joven Xie Lian—Guoshi no puede aguantar más—Nuestra visita ha sido tan precipitada porque hay un rumor espantoso que ha llegado a mis oídos.

—Este Emperador está profundamente preocupado.

Xie Lian traga un rico sorbo de té negro caliente. La miel es dulce y fresca y cada trago hace valer la pena todas las picadas que Hua Cheng y él recibieron hace unas semanas. No puede evitar sonreír, muy por encima de las preocupaciones de estos dos grandes hombres, la felicidad que siente Xie Lian es tan grande que lo mantiene siempre así, despreocupado y con miradas cariñosas.

— ¿Qué rumor maestro?

—Tu... ¡Tu estas casado con el demonio perverso!

— ¿Demonio?

Xie Lian abre los ojos con inocencia, como un huroncito sacando la cabeza de su madriguera.

—¡No finjas demencia! ¡XianLe esto no es un juego! — Jun Wu golpea la mesa con la mano y las tacitas de porcelana brincan un poco. —¡¡Es una gran ofensa a los Cielos!!

Guoshi también luce igual de exasperado. – Alteza Real Xie Lian, solo lo preguntare una vez. ¡¿Estás Casado Con La Lluvia De Sangre!?

—¿Yo? ¿Casado yo?

—¡ASI ES!

—¿Con la aterradora Lluvia de Sangre que Busca una Flor?

—¡Si! ¡Ssshhhhh! ¡DIGO- SI!

Luego de cinco segundos de suspenso Xie Lian suelta un par de risitas y con la expresión mas dulce responde casi mecánicamente.

—Oh no, no, no, claro que no.