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Fin de semana, sin dudas los días sábado y domingo se hicieron para disfrutar y descansar, más que nada descansar cuando se trata de estudiar.

Los alumnos de Yuuei tenían un horario estricto, por lo tanto, no tenían mucho tiempo de descanso, treinta y cinco minutos de receso no era mucho, la mitad de ese tiempo se iba solo comiendo, los minutos restante eran para bajar la comida e ir enseguida a estrenar sus cuerpo y quirk ¿Era tedioso? Sí ¿No tenían tiempo para ellos mismo? Para nada.

Pero allí es cuando estará el tan anhelado fin de semana, desde el día viernes en Yuuei, después de clases, los estudiantes podían ir a sus casas para pasar tiempo con sus familias y volvían el domingo durante la tarde o noche, si no, volvían el día lunes por la mañana para llegar a tiempo a clases, eran muy pocos los chicos que se quedaban en el instituto durante el fin de semana, pero entendible, si bien es cierto que la gran mayoría se van a casa eso quería decir que los dormitorios estaban solos y pacíficos.

Estos otorgaban la paz que necesitaban los estudiantes, aquella que no podían conseguir en su casa por culpa de su madre que se molestaba por todo o por el sencillo hecho de no querer ver a su progenitor ni en pintura.

— ¿Blasty, estás seguro de que no quieres venir? —

— Ya te dije que no pelos de mierda, deja de joder. — exclamó poniendo sus ojos en blanco. —

— Vamos Kirishima, a Blasty no le pasará nada. — dijo con voz dulce la chica rosa. —

— Por primera vez la alien tiene razón, no te preocupes o lo que sea estúpido. —

El pelirrojo suspiro, demostrando su resignación, cuando Bakugou decía algo no lo podías hacer cambiar de opinión, Eijiro trataba de convencer a su amigo para que pasara el fin de semana en su casa, ya que sabía que el rubio no quería ir a la suya, pero ni como convencerlo.

— Bien, nos vemos el lunes broh. — dijo el chico para por fin irse junto a Mina y Denki. —

— Todoroki-kun... ¿Estás seguro de quedarte aquí? ¿Con Kacchan? — pregunto el chico peliverde con un poco de ese nerviosismo que lo caracterizaba. —

— Estoy seguro Midoriya, no pasará nada, Bakugou no muerde. — dijo con su típico semblante serio. —

— Está bien Todoroki-kun, si tú lo dices... Adiós, hasta el lunes — sonrió para después irse agitando su mano en forma de despedida. —

Ya no quedaba nadie en el área común, solo un medio albino y un rubio cenizo, ambos chicos se vieron por una fibra de segundos y cada uno tomo camino propio.

Esa tarde era molestamente calurosa, sin dudas un clima que te hacía sentir fastidio de todo y de todos, queriendo pasar todo el día sin hacer nada, pero llegaba a ser desesperante sudar aún así sin hacer nada... Un clima de mierda.

Todoroki tomo una toalla y se dirigió hacia los baños de las habitaciones, se sacó las ropas para así meterse en uno de los cubículos para refrescar su sudado cuerpo, el agua al estar fría hacia satisfactorio el baño, lo relajaba y desestresaba, parte de su mal humor era por culpa del calor, lo cual no se notaba por su cara inexpresiva.

Después de su ducha salió para vestirse y ir a su habitación a ver tal vez alguna serie, grande fue la sorpresa que se llevó al toparse con un rubio, que al parecer también acababa de salir de una de las duchas.

¿Cómo no lo escucho?

Ambos chicos intercambiaron miradas, pero siguieron su camino para ponerse sus ropas, el bicolor miro de reojo al ojirubí, que estaba detrás de el, buscando la ropa para colocarsela, Todoroki jamás ponía atención a sus compañeros cuando estaban en las duchas, con suerte y escuchaba a Midoriya cuando hablaba, no era que no le importara lo que dijera el peliverde, pero después del entrenamiento lo menos que hacia era prestar atención a su alrededor de lo cansado que se encontraba, así que con facilidad no pudo notar el buen cuerpo que se cargaba el rubio, esa gran y fuerte espalda era tan atrapante, ver cada una de las marcas que se le formaban en esta era como admirar una obra de arte, sus fuertes brazos, recuerda que en una ocasión tomo del brazo al rubio para llevárselo consigo, pero realmente no presto atención a este, de lo cual se arrepiente, era una verdadera tentación tocar esos brazos otra vez, el chico estaba tan sumergido y embobado en sus pensamientos que no se dió cuenta que el rubio lo estaba mirando de hace ya un rato, puesto que lo había atrapado admirandolo.

Fin De Semana [BakuTodo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora