El sol atravesaba las hojas y ramas, reflejándose sobre aquel niño pequeño que sostenía sus piernas con tanta fuerza que su pecho podía volver a sentirse lleno como en un abrazo. Las lágrimas heladas caían sobre sus rodillas y su ceño fruncido ante tal angustia en su corazón lo hacía sentirse avergonzado, hasta miserable. ¿Qué tan mal se debe de estar para que un pequeño de tan solo 6 años se sienta miserable? no es una palabra que debería de estar en su mente a tan corta y sana edad. No quería que nadie lo viera, se abrazaba a si mismo con más fuerza imaginando que un capullo lo envolvía y nadie podía verlo, podía desaparecer un momento.
-¿Estas bien? -Un pequeño pelirrojo se sentó a su lado mirando fijamente al contrario. -¿Por qué estas sentado así y aquí? -El niño empezó a dar golpecitos en el brazo del pelinegro que estaba totalmente ensimismado en su mundo con la cabeza hundida entre sus rodillas. -¿A caso estas perdido?
"Por favor sólo lárgate" pensaba en sus adentros deseando continuar con su momento de paz. El pelirrojo observó con atención cómo el niño a su lado tenía golpes y raspones en brazos y piernas.
-¿Te caíste o algo parecido? estas lleno de golpes. -No era la primera persona en notarlo, el pelinegro ya hacía meses salía de la escuela o de casa con golpes por todas partes pero a nadie le interesaba lo suficiente como para intentar ayudarlo o al menos ver qué era lo que estaba pasando en su entorno. -Ven mira, tengo algo para ti. -El pequeño asomó la mirada sobre su hombro, algo curioso. No solía recibir regalos ¿Qué podría ser?
-Solo te lo daré si te destapas el rostro eh. -El pelinegro procedió a reincorporarse lentamente en un posición más o menos normal, sus manos cubrían su cara, espiando por entre los dedos totalmente tímido, esas manos con las que se cubría no eran más que una protección al mundo desconocido. Suavemente las fue retirando de su semblante, dejando ver esos ojos oscuros y apagados. El pelirrojo lo vio unos segundos enigmático para voltear a buscar algo secretamente en su mochila, dándole la espalda al contrario. Mientras tanto este trataba de asomarse inquietamente y así conseguir ver de qué se trataba pero en cuanto el otro volteó le colocó una pequeña curita en la nariz haciendo que el pelinegro cerrara sus ojos con fuerza y diera un pequeño quejido de dolor ya que su nariz también estaba algo sensible.
-¡Listo! -Gritó el pequeño y energético niño. -Ya te vas a curar -Se acercó suavemente al rostro del pequeño y depositó un torpe e inocente beso sobre el vendaje en su nariz. -Mi mami hace eso cuando me lastimo y funciona, no sé si funcionará si yo lo hago pero imagina que si. -Sonreía satisfecho ante su propia buena acción del día y seguramente iría corriendo a contarle a su madre exageradamente como "salvó" la vida de un pobre niño perdido.
El pequeño solo podía mirarlo con los ojos abiertos de par en par, brillosos a punto de llorar como nunca en su vida ¿Cómo es que alguien podía ser tan bueno con él? se preguntaba si había personas tan buenas como este niño a su lado. Podía sentir algo mágico provenir de él y por primera vez vio el mundo con colores, muchos colores, de formas saturadas y escuchaba a los pájaros cantar, la gente hablar y reírse. Solo podía admirarlo en silencio totalmente estupefacto como si no hubiera nadie más en el mundo en ese momento.
"Conocí a un ángel" es lo único que podía pensar.
-¿Cómo te llamas? yo soy Matt.
-...Kai -Habló finalmente el pequeño con una voz tan suave que a penas se pudo escuchar como un susurro débil.
-Grandioso, Kai es un buen nombre sabes suena cool. ¿Quieres ser mi amigo? tengo juguetes de carreras en casa, puedes venir a jugar conmigo por ser mi amigo. -El pelinegro no era de muchas palabras pero realmente quería decir que si a esa propuesta así q sacudió su cabeza rápidamente de arriba hacia bajo en afirmación. -Estupendo, mi mamá estará feliz de que traiga un amigo a casa, porque sabes, -Se acercó al oído del contrario -No le digas a nadie porque me veo genial pero en realidad... no tengo amigos. -Susurró con toda seriedad como si de un secreto de la NASA se tratara. Kai se alejó y lo miró sorprendido ¿Cómo es que no tenía amigos? siendo tan alegre y enérgico. -Ahora sabes mi secreto oculto ultra peligroso. -Se levantó del suelo y le ofreció la mano al pelinegro -Vamos, luego me contaras uno también y estaremos iguales. -Kai aceptó la ayuda de Matt poniéndose de pie.
El pequeño no lo dejó ni reaccionar que comenzó a correr arrastrándolo consigo, Kai aún quería estar en un burbuja, pausado del tiempo y de todos los que lo rodeaban pero tal vez, y solo tal vez, con algo de esa nueva compañía junto a él.
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The flowers he never saw
Non-FictionDebí amarte como me lo pedías... Ahora no quedan más que cenizas de nuestro pasado.