Sueños Virtuales

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Luz Noceda se encontraba inmersa en su propio mundo digital, con los colores vibrantes y las emociones efervescentes que solo los videojuegos podían ofrecer. Su canal de YouTube estaba repleto de aventuras virtuales, pero últimamente, una temática en particular la cautivaba: "Amor a Cuadros". Este juego de fantasía le ofrecía una narrativa única, donde se embarcaría en la búsqueda del amor de un joven estudiante de secundaria.

Después de horas de exploración en el juego, interactuando con los NPCs y sumergiéndose en la trama romántica, Luz empezó a sentir una conexión especial con uno de los personajes: Amity. Un NPC con una personalidad encantadora y diálogos que la hacían sonreír.

Sin embargo, conforme avanzaba la noche, la realidad virtual empezó a desvanecerse. Luz, sintiéndose cansada, decidió poner fin a su sesión de juego y se recostó en su cama. Con la mente aún inmersa en "Amor a Cuadros", no pudo evitar preguntarse qué sucedería si su amor platónico del juego fuera real.

En la penumbra de su habitación, Luz cerró los ojos, pero la idea persistía en su mente. Imaginaba a Amity como una persona real, con expresiones faciales, risas y emociones genuinas. Se preguntaba si en el mundo tangible podría existir una conexión tan profunda como la que sentía virtualmente.

En ese momento, entre el sueño y la vigilia, Luz se sumergió en un mundo de posibilidades. Soñó con encuentros casuales, conversaciones sinceras y gestos románticos. Sin embargo, la incertidumbre sobre lo que le deparaba la realidad la acompañó hasta el sueño profundo.

envuelta en la quietud de la noche, anhelando descubrir si su amor de juego podría trascender las barreras digitales y convertirse en algo real en su vida cotidiana.

La mañana se filtró por las cortinas de la habitación de Luz, y ella despertó con la curiosidad del sueño aún fresca en su mente. La idea de que Amity, su amor ficticio de "Amor a Cuadros", pudiera ser real la impulsó a explorar más allá de la pantalla. Determinada, se levantó y se preparó para el día, con la esperanza de que sus pensamientos de la noche anterior la guiaran hacia algo extraordinario.

Mientras navegaba por la ciudad, el sol del mediodía iluminaba las calles animadas. Luz decidió tomar un descanso y entró en una pequeña cafetería. Se sentó cerca de la ventana, con su ordenador portátil y una taza de café, sumergiéndose en la dualidad de la realidad y la fantasía.

En ese momento, algo captó su atención: una figura familiar que caminaba por la acera. Luz parpadeó sorprendida al reconocer a alguien que parecía haber salido directamente del juego. No podía ser real. Pero allí estaba, Amity, la joven mecánica que había cautivado su corazón virtual.

Con el corazón acelerado, Luz se levantó y salió de la cafetería, siguiendo a Amity sin estar segura de lo que estaba sucediendo. Finalmente, decidió acercarse, superando la barrera entre el juego y la realidad.

- Hola, ¿tú eres Amity de "Amor a Cuadros"? -preguntó Luz, con una mezcla de emoción y nerviosismo.

Amity la miró con curiosidad, sin comprender completamente la conexión entre ellas.

- Sí, ese es el juego en el que trabajo. ¿Cómo lo sabes?

Luz, con una sonrisa nerviosa, explicó la extraña conexión que sentía, cómo su interacción en el juego la había llevado a pensar en la posibilidad de que Amity fuera real.

La expresión de Amity cambió sutilmente, como si la realidad y la ficción estuvieran chocando en su mente. Luz percibió la incomodidad en el silencio, pero su entusiasmo no parecía disminuir. Aunque Amity no dijo una palabra, su gesto de alejarse ligeramente dejó claro que algo no estaba bien.

Luz, detectando la incomodidad, decidió dar un paso atrás, consciente de que su entusiasmo podía resultar abrumador. A pesar de su deseo de conectar con Amity en la vida real, comprendió que la transición de la pantalla al mundo tangible no sería tan sencilla como en el juego.

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