— ¡No hablé con descaradas! —El aire golpeó de lleno mi rostro enardecido al salir del Mesón de San Diego, y hasta este punto no sabía si era por el licor que había ingerido sin escrúpulo alguno o la cólera que se apoderaba de todo mi ser mientras tenía Armando pisando mis talones, gritando mi nombre como si manchar su reputación fuera una cosa banal, sin duda tenía que estar desesperado por su empresa, era lo que parecía el motor de su vida, y no lo cuestionaba en ese sentido, perder una empresa de tal avalúo, una flamante novia, su reputación como hijo y el que dirían sus familiares y la alta alcurnia, era mérito suficiente para enloquecer a cualquier ser humano y si esa locura implicaba seguir a una fea ¿Qué más daba?.
El Fuerte agarre de Armando hizo que mi cuerpo se detuviera sin problema alguno, aún así con la poca fuerza que pude ejercer me negué a poder siquiera mirarlo, eran cierta dos cosas hasta este punto de mi vida, el primero; odiaba a Armando Mendoza con mi entera existencia. El segundo; Lo amaba enardecidamente, y ese amor era capaz de perdonarlo todo, incluso sus mentiras y sus besos, y era algo que no me podía permitir en ese punto. Dignidad era lo único que me quedaba.
— Yo se que usted se indigna de que yo le diga descarada pero, ¿no es un descaro lo que usted está haciendo? —Pude sentir la rabia, la ira emanando de cada palabra que él soltaba a mis espaldas — Dígame ¿¡No es un descaro!? — Me mantuve en silencio, tambaleante por el estado etílico en que me encontraba, agradecí por un segundo que mi jefe tuviera sujeto mi cuerpo desde mi brazo dolido por su agarre, al menos eso me ayudaba a no caer mientras trataba por todos los medios de reunión ideas insípidas en mi mente turbulenta por el alcohol y lograr defenderme de sus reprimendas — ¡MALDITA SEA! Acéptelo aunque sea por un momento ¿si? Beatriz ¿usted me quiere volver loco? —Pude sentir la tibieza de su cuerpo al acercarse a mi espalda, afianzando el agarre para mantenerme lo más cerca posible, entonces ciñó su boca lo que más pudo a mi oído y susurró con ese timbre de voz ronco, mezclado con cólera y desesperación —Pues, me está volviendo totalmente loco, pero usted no se va de acá, ni me va a dejar botado como siempre hace, totalmente confundido. Usted se queda.—
Fue aquella orden la que al fin quitó el bozal mental que silenciaba mi boca ¿Por qué estaba ordenándome? ¿Aún pensaba por asomo que yo le pertenecía? El enojo consumió mi mente a tal punto que tuve el valor suficiente para protestar a sus deseos.— ¡Suélteme doctor! Me tengo que ir.—No era lo más elocuente, lo sabía, pero había reunido cada palabra con mucho esfuerzo, tratando de sonar completamente sobria y convincente, solo di un paso recto supongo que tratando de huir de ese lugar, pero ahí estaba nuevamente su excesiva fuerza jalándome en su dirección, sometiéndome a sus peticiones como siempre hacia, mi cuerpo volvió a tambalear golpeando contra el suyo que se mantuvo inmóvil a mis espaldas y yo, aún trataba de no mirarlo, las luces de los autos que pasaban por la gran avenida daban de lleno contra mis ojos empeorando mi situación.
— Usted no se va para ninguna parte hasta que no aclaremos las cosas.—Bufó y comprendí que si no enfrentaba esta situación, él jamás me dejaría ir de ese lugar y sería un eterno tira y afloja que me mantendría presa de esa situación de la que cabe señalar, quería salir lo más pronto posible.
— ¿Aclarar qué, Doctor? Ya todo está aclarado ¡Beatriz Pinzón Solano anda con dos tipos! ¿Qué más quiere aclarar sobre nosotros? Ya lo sabe todo, Adiós.— Mi equilibrio fallaba con cada frase que arrastraba para que salieran de mi boca, y solo ahí me di cuenta que al fin me había volteado a mirarlo, a enfrentarlo o al menos intentarlo, estaba segura que después de ese "papelón" de la mujer borracha recriminándole frente a sus amistades, Armando no querría verme en pintura, lo conocía muy bien, y sabía que odiaba los escándalos y aún más, las mujeres que los provocaban más si era un lugar público como el Mesón de San Diego.
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𝗕 𝗥 𝗢 𝗞 𝗘 𝗡
FanfictionAmbientada en el capítulo 202 de Yo soy Betty, la fea; La cita del mesón de San Diego, los besos celosos fuera del mismo y la promesa de una noche con Armando Mendoza. ¡Ven y lee! Este fic lleno de emociones, diversas posibilidades dentro de la his...