La música sonaba en toda la casa. Era una música demasiado fuerte y hacía que los oídos de Heather pidieran clemencia.
Llevaba cinco minutos viendo a la gente bailar mientras se limitaba a estar en una esquina.
Michelle estaba como siempre en el centro y Jack bailaba con una chica.
Heather solía imaginar que algún día sería capaz de bailar así con Jack, pero en el fondo sabía que nunca bailaría así de bien y mucho menos cerca de Jack.
Heather tenía hambre pero se había negado rotundamente a comer algo, ya había comido su porción diaria y no pensaba engordar y verse más fea, se decía a sí misma.
Mateo se acercó a ella sosteniendo un plato de patatas fritas.
-¿Qué sucede, Coco?-
-Nada, estoy aquí tranquila.- Mintió, ella se sentía realmente incómoda y quería marcharse de ahí.
-¿Segura?
-Sí, ¿Por qué lo dices?
-¿Por qué no bailas?- Heather sentía risa de esa pregunta, ¿Cómo iba a bailar delante de personas que la juzgarían, que más tarde comentarían cosas sobre ella? Además, ella bailaba mal y con su cuerpo quedaría horrible.
Definitivamente el baile no era para ella.
-No bailaría bien, mírame, yo no he nacido para eso.- Mateo la revisó con la mirada, solía hacerlo y Heather ya se había acostumbrado a eso.
-Yo creo que has nacido para lo que tu quieras hacer.- Heather respiró hondo, odiaba eso de Mateo.
Siempre intentaba hacerle sentir bien, y ella no podía sentirse bien.
-Lo que tú digas.- Mateo se levantó y agarró la mano de Heather, tiró de ella y la hizo girar sobre sí misma, la tomó de la mano y siguieron andando hasta llegar a una cocina.
A Mateo le gustaba comer, ¿Y a quién no? Pero
a una persona que se siente gorda,y se pasa las noches llorando por su peso, una persona que si come más de la cuenta se siente mal y se obliga a sacar todas esas calorías de su cuerpo. Primero lo hace solo una vez y se dice "Lo que he hecho está mal".Luego lo hace dos veces por semana, luego tres, luego cada día, y en ese momento, ya te tiene.
Mientras Mateo solo comía pizza Heather le observaba pensando en el sabor de esa pizza, Mateo se dio cuenta de que no comía, él siempre se daba cuenta de eso, quizás porque el sabía lo que era eso
-¿No quieres?- Calorías, demasiadas calorías, iba a engordar demasiado, su cabeza solo podía pensar en eso, calorías, gramos, kilos...Demasiado, todo era demasiado.
Si ella fuera una de esas chicas lindas de Internet no importaría, pero ella no era de ese tipo de chicas, aun sabiendo que la mayoría de fotos tenían su trasfondo,Heather deseaba ser como ellas.
-No, tranquilo, no quiero.- Mintió, porque en el fondo ella deseaba comer.
-Deberías comer, si quieres, claro.- Mateo ladeó la cabeza y le acercó el plato de pizza, el sabía que era una batalla entre ella y su cerebro, por lo que simplemente se marchó dejándola sola. Y ahí sentada, con el plato entre sus brazos, estaba Heather.
La pizza tenía muy buena pinta y seguro que sabía mejor. "Come, come, come", le gritaba su corazón, pero su cerebro no dejaba de mostrarle todo lo malo de lucir gorda.
Sí era verdad que todos los cuerpos son perfectos, y no existía un Canon de belleza pero ella sabía que el suyo no era perfecto, era la excepción.
Deseaba tanto ser la chica revista, la chica de la película, la protagonista de una película de adolescentes. Odiaba verse como el personaje secundario que su única función era sujetar los focos para enfocar a la protagonista, mientras ésta brillaba, ella solo se iba apagando poco a poco hasta dejar de brillar y tirar todas sus ambiciones, ¿En que momento había dejado de amarse, a pasar a odiarse? Porque no podía tener un punto intermedio.
La pizza seguía ahí,y quería comer, pero se sentía avergonzada, en un movimiento rapido tomó la bandeja y corrió hacia el baño donde depsues de asegurase que no hubiera nadie, se encerró, tenía la bandeja entre sus brazos, cogió un trozo de pizza y, sin pensárselo, se lo metió a la boca, al terminar de masticar se metió otro, y otro, y otro, y no podía parar...
No paro hasta terminarse todo el plato, ya estaba harta de ser así, ¿No merecía acaso ser feliz? Intento pensar en otras cosas .
Porque al llegar a su casa y sentarse encima de su cama, no podía evitar sentirse peor que antes, ¿Qué había hecho? Se auto lamentaba, había ingerido demasiadas calorías, demasiadas.
No podía creerlo, "la aplasta niños" la iban a volver a llamar. Ya escuchaba las voces crueles de los niños del parque "Cuidado con la monstruo" "Te aplastará" "Es demasiado gorda, nos va ha aplastar a todos" "Va ha romper el tobogán" pero lo único que se rompía era su corazón, solo tenía siete años, pero seguía escuchando esas risas, que le habían acompañado desde pequeña y, antes de darse cuenta, lo había vuelto hacer.
Había vuelto a cerrarse la puerta del baño y a vomitar todo,había vuelto a cortarse los brazos y piernas, en un ataque desenfrenado de odio y vergüenza, había vuelto a llorar mirándose al espejo, había vuelto a ser Heather.
¿Por qué recaía tan rápido? ¿Por qué era tan fácil romperse en dos?
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Heather
Teen FictionCuando alguien toma la decisión de acabar con su vida, es fácil juzgar esa decisión, e incluso criticarla, tachando de cobarde a esa persona, ¿Acaso nosotros con nuestras palabras y acciones no influimos en esa decisión? ¿No deberíamos fijarnos más...