Día lluvioso

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Mikey se quedó en casa mientras sus hermanos estaban de viajé seguramente para hablar con otro cantante o estar en programas de televisión. En fin, Mikey estaba aburrido, no tenía nada que hacer y a nadie con quien hablar, ni siquiera Checel estaba disponible porque estaba en casa de su novia, April.

Ahora mismo el adolescente se encontraba cambiando los canales de la televisión viendo que no hay nada interesante en esta decide apagar y se tira en el sillón mirando el techo pensando en muchas cosas y a la vez nada, en eso se recuerda a su asistente.

—Bárbara.—se levanta quedando sentado en su lugar.

Ella siempre está para él, Miguel Ángel decide llamarla y busca entré sus contactos el número que del chica dónde al encontrarlo aprieta el botón de llamada y espera a que lo atienda.

—si, jóven Miguel Ángel?

—Barbara, hermosa. Podrías venir a mi casa, porque estoy sólo y no tengo a nadie que me acompañé, se que es un día lluvioso pero si te tengo aquí se que la pasaré bien.

Esta bien, ahora me preparo y voy para allá.

—Enviare a César para que te busque.

—De acuerdo. Lo esperaré entonces.

—Gracias— llamada se cortó y Mikey celebró desde su lugar, ahora no la pasaría aburrida. Mikey llamó a César y le pidió que fuera a buscar a Barbara mientras tanto el iría a buscar unos juegos de mesa y varías películas por si se aburrían, según había visto en el temporizador la lluvia no pararía hasta mañana así que tendría el día libre para poder hacer lo que quieran. Al rato llegó Bárbara usando uno de esos trajes que eran aprueba de agua que la hacía ver cómo un aliens.

Que bueno que llegas, pedí pizza, ¿Quieres?— Dijo Mikey señalando la cocina.

—Claro.

Ambos van a la cocina donde empieza a comer.

—¿Que hacías antes de que te llamará?.

—Estaba leyendo un libro que mi compañera Clara me había recomendado.

—¿Cuál?.

—El gran hotel. Es muy interesante.

—¿De verdad? Tengo que leerlo, lo buscaré luego. Hoy tenemos todo el día libre, podremos ver películas y jugar videojuegos o a las cartas, lo que tú quieras.

—¿Por qué no está con sus hermanos? Creí que con éste tiempo estarían aquí.

Mikey levanta los hombros— Tenían una reunión no se donde, tampoco les pregunté. Solo se fueron y que quede sólo mirando la tele pero me aburrí y me acordé de tí. Contigo no hay nada que no puedo hacer, me agrada tu compañía aunque no hables mucho, que estés me deja tranquilo y se me hace cómodo.

—Que bueno que piense eso, porque yo también me siento bien trabajando con usted.

Los dos se sonríen y siguen comiendo. A pensar de ser jefe y empleada, los dos son simples adolescentes que solo trabajan en lo que les gusta hacer pero esto también suele ser agotador porque como cada joven, también quieren tener un tiempo libre para poder tener un día normal en el caso de Mikey, y un día tranquilo, libre de citas y eventos como en el caso de Barbara.

Al tener la misma edad los dos se llevaban bien aunque no lo pareciera desde que se conocen, jamás han tenido un problema entre ellos. Era como si se entendieran tan bien que no necesitaban decírselo, claro que ésto no les hacé olvidar que solo son jefe y empleada, pero eso no impide que se lleven bien. Tal vez por eso sus hermanos nunca pudieron tener una asistente que no durará más de unos meses porque éstas siempre intentaban llegar a algo más que solo jefe y empleada.

Mi AsistenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora