1. Lisa, yo no kiero.

52 5 2
                                    


Reí por lo que estaba apunto de hacer.

— Nunca, pero nunca fumes— le dije buscando el encendedor en el bolsillo de mi bolso.

En serio lo juro. Juro que este es el último.

Me mentí presionando el cigarro entre mis labios y acomodándolo con una mano, mientras que con la otra di fuego al encendedor.

— Lisa— me llamó mi prima que jugaba con su vaso con jugo de arándanos. Estábamos las dos solas sentadas en el parque. Viendo a el perrito suicida jugar con las ruedas de los autos desenfrenados.
— Disculpa, ¿te molesta?— me preocupé botando el humo lejos de ella.
— No, tranqui. Es sólo que quería hablarte de una cosita.
— Díme— me giré y boté el humo.
— Mañana me voy— me dice cabizbaja. Ella es de otra ciudad y viene al sur por las vacaciones—. Pero tengo mucha pena.
— ¿Qué sucede? Cuénteme— apagué el cigarro y lo boté al basurero más cercano.

Demoró en contestar. Miró hacia arriba donde se encontraban grandes árboles que nos brindaron sombra ante el caluroso verano, luego al viejo de la bicicleta que pasó frente a nosotras, hasta miró la hora haciendo tiempo. Después de un largo suspiro, soltó:

— Por favor, después de que me vaya, cuídate mucho.
— Oh, sí, tú también— me acerqué y le di un abrazo.
— Pero cuídate, ¿sí?— sollozó en mi hombro preocupada de mi bienestar.


— Sí, estaré bien. Tranquila, tú también cuídate mucho— me respondiste y me safé de tu abrazo. Tenía lágrimas cayendo por mi rostro. No sabía cómo decirte directamente algo tan delicado como que no quería que murieras.

Antes de las vacaciones, y viajar a tu casa, me habías comentado que estabas cansada de tu existencia. De las peleas con tu papá, del maltrato familiar. En fin, de vivir. Se me encogió el pecho y lloré un buen rato. No era la primera vez que alguien me confesaba que quería acabar consigo misma, pero ¿por qué ahora dolía más? Seguramente porque eres mi prima, mi amiga, alguien muy importante para mí.

Esa vez fue mi último día contigo, y quién sabe cuándo volveríamos a encontrarnos. Antes de ir a verte te pedí que si podía aguantar hasta que te pudiese ver en el viaje y me dijiste que sí. Imaginar que me llegaba la noticia de algún familiar contando que ella te habías suicidado me angustiaba de una manera que sentía que no podría resistirlo.

Y aún siento eso. Porque sé que serías capaz, porque ya lo has intentado sin éxito. Sé que tu vida ha sido más complicada de lo que uno quisiera, y que estás en una depresión profunda, que ya no sabes cómo salir o escapar. Que quieres descansar y de una buena vez sentir paz. Que no encuentras otra alternativa porque a todos nos gustaría vivir una buena vida... pero, ¿cómo vivirla sin amor?

Pienso que aún eres joven, veinte años, te queda mucho por delante. Puedes salir de ahí de muchas maneras. Puedes hablar con tus padres, con tu psicólogo, puedes sentir amor familiar en amigos y otras personas. Con una carrera, como estudias, ahora trabajar y regalonearte a ti misma. Y salir de ahí de una buena vez por todas.

Es complicado. Me da pena no poder hacer más por ti. Ya hasta te invité a quedarte en mi casa algunos días y mostrarte donde vivo, ya que siempre voy yo a ti. Pero lo que más me da pena, es que a diferencia de mi mamá que opina que debería, tipo, rogarte que por mí no lo hagas, yo pienso que yo no tengo derecho a tomar decisiones de tu vida.

¡Porque es tuya! Tú eres la que sufre. Tú eres la que es consciente de que cada día mueres lentamente sin ser feliz y que simplemente quiere llegar y acabar todo.

Esperanza.

Eso es lo que necesitas.

Es tu cura, tu remedio, tu pastilla.

Vives un duelo eterno. Tus seres queridos han muerto, no soportas más los gritos de los vivos. Pero vives.

Puedes vivir, sabes vivir. Eres fuerte, eres valiente, y aunque sé que quieres y serías capaz de acabar con todo esto...

Lo sé porque yo puedo ver más allá de tus ojos de lo que tú puedes verlos en tú reflejo.

Porque ellos iluminan luz en ti. Tienes ambición. Creación. Motivación.  Y por sobre todo, aunque te falta de parte de los otros, tú más que nadie desbordas amor.

Desbórdate de ese amor en ti y sé feliz.

Ya he vuelto a casa y tú a tu vida. Es agotador, angustiante, estresante. Te aplasta la universidad, los viajes de horas hacia allá, la soledad y la frialdad.

Aquella oscuridad en la que sólo tú brillas. Desearía tanto que alguien alumbrara por ti mientras tomas sol para reponer tu energía.

Me envias mensajes constantemente con un: me kiero morir.

Y aunque parece chistoso, no lo es. Porque es cierto, tú quieres morir. Es tu decisión y tu vida. Pero yo también no me quedaré callada y te contestaré siempre, cada día de la semana, para que recuerdes que estoy aquí para que te desahogues y puedas seguir brillando: yo no kiero.

Lisa, yo no kiero que mueras así. Por favor, espérame otra vez para ir y darte un abrazo eterno en el que te grito que te quiero y en el que egoístamente no te suelto.

¡Quiero Vivir! | POEMARIO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora