Que bien me lo pase aquella vez que...

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Que bien me lo pase aquella vez que me monté por primera vez en una montaña rusa, aquel momento de a penas un minuto que para mí fue eterno; recuerdo subir con miedo a la atracción, avanzar con pasos vacilantes por la pasarela metalica hasta llegar al vagón de la enorme máquina y sentarme en el mullido asiento a tiempo para que la barra de seguridad bajara y me dejara atrapada en lo que por un instante fue una pesadilla. No me atreví a abrir los ojos hasta que pasó un segundo, pero cuando al fin fui lo suficientemente valiente como para hacerlo, sentí la adrenalina del momento, los ojos algo secos por el aire que me impactaba en la cara y la pequeña dificultad que tenía para respirar debido a la velocidad de aquella máquina.

Cuando por fin acabó, puse primero un pie en el suelo y despues el otro, me temblaban las rodillas y no me sentía muy estable, era una sensación muy extraña, pero no desagradable; el miedo que había sentido al comienzo del trayecto se había ido disipando poco a poco, hasta el punto de haber podido dejar la mente en blanco por una milésima de segundo.

Me gustó, sí, me gustó, y no pude evitar volver a montarme en aquella atracción.

La gran aventura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora