Shoto es un asco en la cocina mientras que Bakugou, por su parte, es un profesional. Sin embargo, ha sido un tiempo desde que dejó de pisar la cocina.
ㅡKacchan, ¿bajarás a cenar? ㅡ había vuelto a encerrarse en su habitación durante todo el día ¿o es que no había salido desde ayer? Izuku no podía saberlo, debió salir desde muy temprano para poder trabajar y apenas había llegado. Bakugou no había respondido ninguno de sus mensajes de textos ni llamadas, pero según Todoroki que tenía el horario de trabajo más flexible y había ido más tarde y regresado más temprano, había oído señales de vida del rubio. ㅡKacchan, abre por favor. Baja a cenar. ¿O quieres que te traiga la cena a tu habitación?
Estaba preocupado. Conocía a Bakugou de toda la vida, fueron amigos de la infancia y el chico deprimido que se la pasaba encerrado en la habitación no era para nada él Bakugou que conocía.
ㅡ Izuku ㅡ lo llamó Shoto desde las escaleras, acercándose a él. Un intercambio de palabras, una conversación casi telepática y Todoroki supo que esta noche, nuevamente, serían solamente dos en la mesa.
Volvieron a bajar y comieron en silencio, mientras Bakugou no se encontrara bien no les quedó más que dejarse cuidar por el servicio de delivery que en sus cinco sentidos el chico de carácter originalmente explosivo criticaría.
El chico debía estar atravesando su décima novena primavera, floreciendo como cualquier otro joven. O eso se suponía que debía de haber estado haciendo en lugar de haberse encerrado en sí mismo y deprimirse.
Debería de haber estado disfrutando de su juventud como todos los demás a su edad y no hundiéndose en su miseria.Para Bakugou no existía algo como eso. No desde que fueron descubiertos y haya huido de casa de sus padres.
Por que sí, el chico es enteramente homosexual y ha estado manteniendo una relación en secreto con Todoroki y Midoriya desde hace algún tiempo.
Sus padres no se lo tomaron de la mejor manera.
Su madre se volvió loca, llegando incluso a querer atacar a Izuku. Culpándolo de haber traicionado su confianza y llamándolos por palabras muy hirientes.Mantenerlo secuestrado durante días e incomunicado fue lo suficientemente tortuoso como para escapar en menos de una semana ante la mínima posibilidad. Cuando ya no hubo nuevos insultos ni maldiciones, ni nuevas palabras hirientes que se grabaran en su corazón y lo rompieran, dejándolo emocionalmente inestables como ahora lo estaba.
En dónde había días como éstos, dónde no salía de la habitación y otros en los que no se sentía lo suficientemente valiente como para quedarse solo con sus pensamientos y necesitaba de alguien que lo sostuviera para nos descender.
Katsuki no había experimentado nunca el rechazo de sus padres y estaba muy afectado. Discutir y ser regañado por su madre era habitual, ambos se habían acostumbrado a las peleas constantes, por lo que discutir a la más mínima cosa era su pan de cada día ya que ambos sabían que al final del día estarían deseándose las buenas noches después de todo. Es por eso que nunca esperó que su madre actuara de la manera en que lo hizo, que le dijera todo lo que dijo. Él nunca esperó en su vida ser odiado por su madre. Recibir el vómito verbal de desprecio hacia su persona y los suyos lo quebró.
Había oído en alguna parte, alguna vez, sobre el peso de las palabras que tenían los padres, ahora lo estaba experimentando. Y lo odiaba. Odiaba profundamente ser débil ante las palabras cargadas de veneno que lanzaba su madre cada que lo llamaba y se veían.
Katsuki había huido, pero su madre seguía atormentándolo. Eso preocupaba a Izuku. No lo dejaba sanar y ponía nuevas heridas en él constantemente.
Le dolía no poder interferir y salvar a su rubio amor de su madre aunque ya le haya quedado en claro que ese no era su problema por lo cuál no podía hacer nada. Se sentía impotente.
Shoto estaba igual de preocupado, pero él intentaba contenerse aún más. Esperaba a que Katsuki se decidiera a dejar ir a su madre, apartarse de sus padres y entonces él podría buscar un nuevo lugar. En otra ciudad, quizás. También buscaría un médico para Bakugou. Si tan sólo él decidiera...