XXVII

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— ¿A...monio?—murmuró Jaebeom consternado, mirando como Sehun se ponía de pie en un respingo del sofá.

— ¿Dónde está? —interrogó Sehun de forma golpeada y apresurada, como si de verdad le preocupara el estado de la niña.

— No hubo tiempo para llevarla al ala médica. Están intentando de estabilizarla en la sala.

Sehun no replicó algo más, salió rápidamente de su despacho para dirigirse hacia donde su subordinado le había informado. Jaebeom con el entrecejo fruncido se pone de pie y silenciosamente sigue a Sehun.

El líder Supremo llega hasta donde Amonio y mira como médicos hacen una maniobra de resucitación. Amonio estaba pálida y sus ojos verdes se encontraban entrecerrados con suavidad.

— ¿Cómo fue, Beomgyu? —interrogó el más alto con poco aire, sin poder despegar  la mirada en la jovencita que estaba siendo socorrida.

El subordinado encargado de cuidar a la rubia mira con vigor a su superior y su labio inferior tiembla con temor.

— A-Amonio... Ella estaba mirando las flores del estanque y en un abrir y cerrar de ojos... Ella cayó al estanque... como si algo la hubiese jalado o absorbido... —el de cabellos largos hace una breve pausa y extendiendo un objeto hacia Sehun— Amonio sostenía esto cuando la saque... creo que por eso ha ingresado al estanque, Mi Señor.

La boca de Sehun se entreabre al realizar esa preciosa joya inolvidable entre los dedos de Beom. Las imágenes mentales de Lorelei vistiendo su anillo de prometida bombardearon la cabeza de Sehun. Permaneció absorto en su lugar y después lo sujeta entre sus manos para mirarlo con más detalle.

¿Cómo era posible?

—La niña estará bien. —anuncia Jaebeom, una vez apareció detrás de Sehun y colocó una mano sobre el hombro de este.

Justo las palabras del Ángel fueron expulsadas, Amonio comenzó a toser el agua que había tragado, atrajo la atención de Sehun y este guarda el anillo en uno de los bolsillos de su gabardina. Jaebeom nota la acción.

El azabache se acerca cautelosamente hasta donde la rubia y se pone de cuclillas para colocarse a la altura del sillón donde Amonio se encontraba recostada.

Sus ojitos verdes intentaban de ver con claridad su entorno y el rostro de Sehun.

— Dijiste que me llevarías ir a ver a mi madre... —soltó la pequeña en un balbuceo, recibiendo una mirada cálida por parte de Sehun.

¿Mientras estaba inconsciente había soñado con su fallecida madre?

El rostro de Jaebeom muestra inquietud y algo perturbado. Esa niña era... No. no podía ser cierto y que existiera una coincidencia tan grande.

— Yo... Te-Tengo que irme. —anunció el Ángel con temblor en su voz, sintiéndose mareado.

—Está bien, de todas formas tengo que estar con Amonio. Ella me necesita. —Sehun se voltea ligeramente para mirar al pelirrojo quien le ve completamente pálido.

Jaebeom se marcha y Sehun devuelve su atención a Amonio. El líder supremo peina con sutileza algunos cabellos dorados de la frente de la pequeña.

— Cámbienla de ropa y una vez esté lista. Háganmelo saber. —indica Sehun antes de ponerse pie y arreglar su atuendo con sus manos.

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