dos.

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El pequeño Yun mantuvo su mirada decaída sobre el Omega, su rostro calmado pero cansado le daba mucha impotencia a su padre, que ya le había dado su medicina pero parecía no hacer efecto aún, pues su rostro rojizo por la fiebre le preocupaba.

Con sus dedos delineó sus regordetas mejillas, tomándose el tiempo justo para verle, su niño era la persona de la cual no podía superar su existencia, llegó por azares del destino y aunque causó demasiados problemas cuando dio signos de vida, no se arrepentía de haber dejado claro que le tendría.

Pero igualmente el destino iba en su contra algunas veces, quitando de su futuro a su madre hace algunos meses atrás, dejándole a él con el corazón roto en mil pedazos. Lamentablemente vio a su nieto solo tres veces cuando estaba pequeño, pero ella no paraba de decir lo mucho que amaba al pequeño Yun, le recordaba mucho a Felix cuando nació.

Suspiró cortamente dejando un besito pequeño en la frente de su bebé, que se removió un poco sin dejar de verle de esa forma que hacía que su corazón estallara de dolor. No le gustaba verle enfermo.

―Papá está aquí... ―Susurró acurrucándolo en su pecho, rápidamente el bebé resopló dejando la mitad de su rostro recargada en el pecho del mayor, ese aroma que le proporcionaba era el que normalmente tenía al dormir pero también quería el de Chan pues son pocas veces las que le tiene cerca y al nacer el Alfa se encargó de hacerle saber que era su padre, sin saber que ahora el pequeñito estaba pasando por un lazo roto y uno un simple resfriado.

Felix le arropó y le dejó en esa posición para calmarlo y hacerlo dormir, pero no esperaba que a altas horas de la madrugada su pequeño bebé volviera a levantarse, pero esta vez no lloró tanto, era como si algo le estuviera atormentando, siendo muy pequeño para entender tal cosa, únicamente se aferraba a la ropa de su papá, buscando protección en él.

Felix estaba más que asustado, el pobre Omega ya no sabía qué hacer, sacrificó su sueño y dejó las luces encendidas para que su bebé estuviera bien, con él en brazos preparo algo de fruta, la favorita del cachorro, le dio sus biberones de vitaminas y estuvo jugando con él para que no volviera a tener pesadillas.

Pero a pesar de todo eso, le mataba el alma no poder solucionar el problema de raíz y hacer que su pequeño tesorito durmiera algo más, tranquilo y cómodo a su lado.

A eso de las nueve de la mañana el cachorrito se quedó quieto entre sus brazos, ambos veían la tele con los dibujos de fondo, Felix estaba luchando por no cerrar los ojos y permitirse un pequeño descanso y soltó un corto suspiro cuando su niño dejó caer su cabecita en su pecho, acurrucándose allí nuevamente.

Justo cuando ambos llevaban cuarenta minutos totalmente dormidos en el mullido sillón, la puerta principal se abrió muy despacito para no asustar a los que vivían dentro. La misma persona se quedó largos segundos apoyado en la puerta, suspirando ese aroma que invadía el hogar del Omega.

Buscando por el pequeño salón encontró a padre e hijos dormidos en el sillón, el pequeño pelinegro en el pecho de Felix, arropado con una mantita azul y siendo abrazado por el castaño, mismo que a pesar de no dormir en toda la noche, se mantenía alerta por cualquier cosa. Con el cachorro enfermo por primera vez, era algo peligroso y su Omega no descansaba.

Chan no hizo copia de la llave por mero gusto, solo quería verificar a su ex pareja y a su cachorrito porque a este último le ve muy poco y pocas veces tiene la oportunidad de cargarlo o jugar con él, y sí, su decisión fue dejárselo a Felix pero aún así es su cachorro. Su Alfa lo busca para mimarlo al igual que aún busca el Omega del menor, siendo un fracaso.

Porque desde que el amigo de Felix le gritó todo aquello, supo que siempre sería visto como el malo, el único que falló en todo, el que se merecía lo peor...

Aunque aceptaba que también tenía la culpa, le dolía ver cómo Felix confirmaba esos rumores, como si todos los años anteriores él no dio lo mejor de sí para su novio, como si su relación únicamente fue especial para él.

Tener que aceptar que su pareja por tantos años ahora simplemente viviría alejado de él con su cachorro le partía el alma y más sabiendo que jamás podrá tener a su cachorrito con él.

Es verdad que no aportó mucho en el embarazo pero ese problema ya se había solucionado, cuando Yun nació Chan sacó su lado más amable y protector, cuidando, mimando y haciendo todo por el cachorrito. Y ahora son contadas las veces que puede ver al bebé.

Con un dolor en el pecho se acercó a ver al pelinegro dormir, tocando suavemente su mejilla regordeta suspirando de amor por su bebé, le quería tanto y era tan doloroso tener que aceptar que no estaría en su crecimiento.

Cuando su bebé nació recuerda tener a Felix súper cansado y únicamente despierto para alimentar al cachorro, después estaba el súper papá Chan, que ayudaba en todo y más entusiasmado que nunca. Lástima que esa chispa se apagó a los meses, teniendo más problemas encima no era capaz jugar si quiera con su bebé. Y le jodía tener que ser nombrado el malo de la historia cuando lo único que hizo fue ver lo mejor para su novio e hijo.

Volvió a suspirar yendo a la pequeña cocina, encontró muchos botecitos de medicina el prospecto de cada uno de ellos regados por la pequeña mesa. Los juntó todos dejándolos a un lado, sacó su billetera y dejó ahora un poco de dinero de su más reciente sueldo, según Felix no quería nada de dinero para Yuan pero Chan no quería que tanto su pequeño como el mismo Omega pasaran por malas cosas por falta de dinero.

Echó un último vistazo a los durmientes, sonriendo enamorado salió de allí.

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¡gracias por leer!

felix's baby² › chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora